José Luis Laynez
22:15 • 03 abr. 2012
Ucuarto de hora antes de lo que era habitual los últimos años, las siete de la tarde, el portón lateral del templo de San Sebastián se abrió para ver salir la procesión del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora del Primer Dolor. La calle Alcalde Muñoz presentaba el habitual bullicio de gentes que se agolpaban en el angosto espacio para ver a los Titulares. Conforme salía el cortejo, las miradas de penitentes, mantillas y portadores de insignias y del Vía Crucis se dirigían inequívocamente al cielo: no llovía, pero el poniente se ensañaba con Almería.
Las nuevas equipaciones penitenciales que estrenaban los 125 nazarenos no lucen igual; tampoco las 28 mantillas verían recompensadas sus horas de peluquería y espejo; los 26 portadores de insignias y del Vía Crucis tendrían que redoblar sus esfuerzos para luchar contra el elemento; los 27 niños de la guardería deberían coger con especial precaución sus enseres, que no volasen; y los 29 costaleros del Cristo y los 35 de la Virgen iban a realizar un trabajo suplementario de fortaleza para que los Titulares lucieran en sus pasos.
Pero ¡qué importaba nada de esto! ¡El Cristo del Amor y la Virgen del Primer Dolor procesionaban otro año por las calles de Almería!
El cambio del color azulón al histórico celeste suponía algunas novedades. Tanto la bandera corporativa como el estandarte y los cojines de la guardería adoptaron también el celeste. Había otras dos novedades: un nuevo llamador para que Paco Romero ordenase mejor a los costeleros del paso del Cristo; y los nuevos cirios de nazarenos y pasos, de color tiniebla. Además, por supuesto, de la llegada de la Cofradía a la Catedral por calle Lope de Vega, saliendo por Eduardo Pérez.
Con la procesión desfilaron, como es tradición, los hermanos honorarios: Protección Civil, Policía Local y el cuerpo de Bomberos. El Cristo del Amor lucía en su inacabado trono el habitual monte de claveles color cardenal; la Virgen del Primer Dolor lucía bellísima con rosas y fresis en los jarrones del frontal, e iris en los laterales, mezcladas ambas con pequeñas flores de cera color violeta.
Primera parada obligatoria
A poco de salir, en los balcones de la antigua casa de Socorro, primera obligatoria parada para escuchar la saeta que Antonia Romero dedicó al Cristo, y María Canet a la Virgen. Hasta el viento de poniente cesó unos instantes desgarrado para oír el quejío de ambas cantaoras.
Continuó la procesión por las angostas callejuelas que comunican las calles Murcia y Granada, donde los fieles de la diócesis se agolpaban para tocar los tronos. Al llegar al bar Capitol, más saetas por miembros de la peña El Morato. Y la procesión continuó su recorrido por el casco antiguo para llegar, por vez primera en su historia, a la Plaza Catedral. Eran las nueve de la noche del Martes Santo de 2012.
Las nuevas equipaciones penitenciales que estrenaban los 125 nazarenos no lucen igual; tampoco las 28 mantillas verían recompensadas sus horas de peluquería y espejo; los 26 portadores de insignias y del Vía Crucis tendrían que redoblar sus esfuerzos para luchar contra el elemento; los 27 niños de la guardería deberían coger con especial precaución sus enseres, que no volasen; y los 29 costaleros del Cristo y los 35 de la Virgen iban a realizar un trabajo suplementario de fortaleza para que los Titulares lucieran en sus pasos.
Pero ¡qué importaba nada de esto! ¡El Cristo del Amor y la Virgen del Primer Dolor procesionaban otro año por las calles de Almería!
El cambio del color azulón al histórico celeste suponía algunas novedades. Tanto la bandera corporativa como el estandarte y los cojines de la guardería adoptaron también el celeste. Había otras dos novedades: un nuevo llamador para que Paco Romero ordenase mejor a los costeleros del paso del Cristo; y los nuevos cirios de nazarenos y pasos, de color tiniebla. Además, por supuesto, de la llegada de la Cofradía a la Catedral por calle Lope de Vega, saliendo por Eduardo Pérez.
Con la procesión desfilaron, como es tradición, los hermanos honorarios: Protección Civil, Policía Local y el cuerpo de Bomberos. El Cristo del Amor lucía en su inacabado trono el habitual monte de claveles color cardenal; la Virgen del Primer Dolor lucía bellísima con rosas y fresis en los jarrones del frontal, e iris en los laterales, mezcladas ambas con pequeñas flores de cera color violeta.
Primera parada obligatoria
A poco de salir, en los balcones de la antigua casa de Socorro, primera obligatoria parada para escuchar la saeta que Antonia Romero dedicó al Cristo, y María Canet a la Virgen. Hasta el viento de poniente cesó unos instantes desgarrado para oír el quejío de ambas cantaoras.
Continuó la procesión por las angostas callejuelas que comunican las calles Murcia y Granada, donde los fieles de la diócesis se agolpaban para tocar los tronos. Al llegar al bar Capitol, más saetas por miembros de la peña El Morato. Y la procesión continuó su recorrido por el casco antiguo para llegar, por vez primera en su historia, a la Plaza Catedral. Eran las nueve de la noche del Martes Santo de 2012.
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