Solemne procesió del Santo Sepulcro y la Virgen de los Dolores

Solemne procesió del Santo Sepulcro y la Virgen de los Dolores

José Luis Laynez
21:12 • 07 abr. 2012
Desde el 2 de abril de 1844, la procesión del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores es la Oficial del Ayuntamiento de Almería. En otro tiempo, ello suponía que el Consistorio debía correr con los gastos que la misma generaba; hoy día, la oficialidad se limita a la asistencia del alcalde, los concejales que lo desean y el acompañamiento de la Banda Municipal de Música.

Esto en lo referente a las autoridades civiles. En cuanto a autoridades religiosas, la procesión cuenta con la asistencia del Obispo de la Diócesis, Monseñor Adolfo González, quien se incorpora al cortejo procesional al hacer este estación de penitencia en la Catedral. También procesionan el deán, Juan Torrecillas, el consiliario de la Agrupación de Cofradías, Manuel Pozo, el vicario espiscopal, Tomás Cano, diáconos, seminaristas y acólitos.

La estación de penitencia partió de la iglesia de San Pedro a las ocho en punto de la tarde. Los últimos años siempre ha sido así. Pero históricamente han sido templos de salida la iglesia del monasterio de las Claras, perteneciente a la parroquia de Santiago, y la misma Catedral. Aquello fue en el siglo XIX, motivado por las quejas de los párrocos por las dificultades que la salida procesional le generaban para realizar los Santos Oficios y demás celebraciones propias de la Semana Santa.

La presencia de las autoridades religiosas y civiles siempre ha sido fija, desde la citada fecha de hace 168 años. Este año han procesionado la jerarquía religiosa citadas anteriormente, y, en cuanto a las civiles, ocuparon fila presidencial el alcalde, Luis Rogelio Rodríguez, el subdelegado del Gobierno, Andrés García Lorca, los concejales del PP, la parlamantaria andaluza Aránzazu Martín, y la diputada María del Mar Vázquez.

Como las tardes anteriores, el fuerte viento de Poniente soplaba en nuestra ciudad con fuerza a la hora de salida. Treinta mantillas que acompañaban a la Virgen de los Dolores llegaban quejumbrosas a la iglesia parroquial de San Pedro, lamentando lo poco que les iba a lucir la castiza vestimenta tan española. Hubo quien les respondió: “Peor están en el resto de Andalucía, con lluvia”. Quien no se consuela...

Protocolo
Como siempre, el aspecto protocolario causaba quebraderos de cabeza hasta el último momento. Las dos máximas autoridades presentes en el Templo realizaron las primeras levantás: el alcalde, la del paso del Entierro, el subdelegado del Gobierno, el de la Virgen de los Dolores. La puerta lateral de San Pedro ya estaba abierta y por ella salía el cortejo procesional... y entraba el viento.

Unos 70 penitentes de luto riguroso iban ganando la calle Ricardos, para desembocar a una concurridísima Plaza de San Pedro y ganar enseguida la calle Real, también muy poblada, y continuar por todo el casco antiguo de la ciudad. El ornamento floral de los pasos era muy sencillo: centros de rosas rojas en el paso del Santo Sepulcro, y jarrones con rosas blancas en el de la Virgen de los Dolores, cuya candelería, también de riguroso color negro con el escudo de la Cofradía impreso, se apagó nada más salir el paso que, por cierto, lucía crespón negro por el fallecimiento de los hermanos José Leiva y Francisco Colomer.

Cincuenta costaleros portaban sobre trabajadera malagueña (exterior) el paso del Santo Sepulcro, comandados por el capataz Manuel Cerejido y su ayudante, Eduardo de Vicente; y 40 portaban sobre sus hombros a la Virgen de los Dolores, a las órdenes de su capataz Ramón Viciana y el ayudante, Emilio González. Diez costaleros esperaban los relevos.

Saetas y ofrendas
A poco de entrar la procesión en la calle Real, desde el balcón situado sobre el antiguo Museo del Aceite llegaron las primeras saetas, a cargo de Antonia López y su hija Rocío Segura, con su habital fuerza y expresividad. Tras la revirá hacia la calle Mariana, momento místico.

Las monjitas de clausura del monasterio de las Puras esperaban a la Virgen de los Dolores tras las rejas de sus aposentos. Parada ordenada por el capataz, y






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