Manuel Morales
21:13 • 07 abr. 2012
Con una vocación de silencio y hasta con algo de misticismo procesionó la Cofradía de La Soledad por el casco histórico sin hacer carrera oficial por el Paseo de Almería.
Ya en el interior antes de la salida del templo de Santiago apagaron las luces del interior y se escuchaba una suave música del capilla al piano, mientras que el consiliario dirigía unas palabras a los cofrades invitándolos a realizar la estación de penitencia en reflexión entre un profundo silencio, dando ejemplo en la calle y trasmitiendo el dolor de La Soledad.
A continuación un directivo recordó las normas a seguir por parte de los cofrades para que a partir de ese momento y hasta el regreso guardaran un rotundo silencio y compostura durante el desfile, sin abandonarlo en ningún momento, de acorde con el momento de luto y de dolor de la Pasión que representa la hermandad, que años tras año se ha ido asentando en esta línea.
Este ha sido el motivo del cambio de las túnicas que estrenaban los nazarenos en esta ocasión, completamente de negro con colas que las recogían en el brazo contrario al que portaban las velas. Llamó la atención al público que no llevaban guantes negros como lo hacían en años anteriores: las manos las llevaban al descubierto.
A las 21 horas en punto se abrió la puerta del templo y comenzó a salir el cortejo, en profundo silencio y recogimiento, como ocurrió durante todo el recorrido y de una manera muy rápida: en tan sólo veinte minutos estaba toda la cofradía de La Soledad en la calle, sin ningún tipo de acompañamiento musical. Incluso no se escuchó ninguna saeta en la salida, como suele siendo habitual, sólo en Plaza Masnou a Ana Mar García, que vestía rigurosamente de negro, cubriéndose el pelo con velo negro a la antigua usanza, para estar acorde para la ocasión y la línea de la hermandad. En esta ocasión la hermandad presentaba importantes novedades en el paso de San Juan, como la incorporación de cuatro profetas mayores y la imagen de Santa Lucía, así como las imágenes de cuatro evangelistas en las capillas del paso.
Todo el recorrido transcurrió por el casco histórico de la ciudad, ya que la junta directiva decidió anteriormente no pasar por carrera oficial por el Paseo de Almería y lo hicieron con un paso continuo y escasas paradas para el descanso de los costaleros durante todo el recorrido.
De especial belleza y recogimiento resultó el paso por el tramo desde Bendicho hasta la Catedral. En esta ocasión, debido al horario, el convento de Las Puras se encontraba cerrado. Tras el encierro de la Virgen, los cofrades rezaron en el templo.
Ya en el interior antes de la salida del templo de Santiago apagaron las luces del interior y se escuchaba una suave música del capilla al piano, mientras que el consiliario dirigía unas palabras a los cofrades invitándolos a realizar la estación de penitencia en reflexión entre un profundo silencio, dando ejemplo en la calle y trasmitiendo el dolor de La Soledad.
A continuación un directivo recordó las normas a seguir por parte de los cofrades para que a partir de ese momento y hasta el regreso guardaran un rotundo silencio y compostura durante el desfile, sin abandonarlo en ningún momento, de acorde con el momento de luto y de dolor de la Pasión que representa la hermandad, que años tras año se ha ido asentando en esta línea.
Este ha sido el motivo del cambio de las túnicas que estrenaban los nazarenos en esta ocasión, completamente de negro con colas que las recogían en el brazo contrario al que portaban las velas. Llamó la atención al público que no llevaban guantes negros como lo hacían en años anteriores: las manos las llevaban al descubierto.
A las 21 horas en punto se abrió la puerta del templo y comenzó a salir el cortejo, en profundo silencio y recogimiento, como ocurrió durante todo el recorrido y de una manera muy rápida: en tan sólo veinte minutos estaba toda la cofradía de La Soledad en la calle, sin ningún tipo de acompañamiento musical. Incluso no se escuchó ninguna saeta en la salida, como suele siendo habitual, sólo en Plaza Masnou a Ana Mar García, que vestía rigurosamente de negro, cubriéndose el pelo con velo negro a la antigua usanza, para estar acorde para la ocasión y la línea de la hermandad. En esta ocasión la hermandad presentaba importantes novedades en el paso de San Juan, como la incorporación de cuatro profetas mayores y la imagen de Santa Lucía, así como las imágenes de cuatro evangelistas en las capillas del paso.
Todo el recorrido transcurrió por el casco histórico de la ciudad, ya que la junta directiva decidió anteriormente no pasar por carrera oficial por el Paseo de Almería y lo hicieron con un paso continuo y escasas paradas para el descanso de los costaleros durante todo el recorrido.
De especial belleza y recogimiento resultó el paso por el tramo desde Bendicho hasta la Catedral. En esta ocasión, debido al horario, el convento de Las Puras se encontraba cerrado. Tras el encierro de la Virgen, los cofrades rezaron en el templo.
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