El Orfeón Donostiarra y la OCAL bordan la Novena Sinfonía

El concierto organizado por Cajamar convirtió el siete de julio en el ‘Domingo de la Alegría’

Jacinto Castillo
21:11 • 07 jul. 2024

Como era de esperar, el Auditorio Maestro Padilla sumó su enésima gran cita musical con motivo del concierto especial que ofreció la Orquesta Ciudad de Almería junto con el Orfeón Donostiarra dentro de los actos organizados por Cajamar con motivo de la inauguración de su flamante sede del PITA.



Un concierto que cumplió en todos su aspectos las exigencias de un gran acontecimiento musical, por el enorme prestigio del Orfeón Donostiarra que visitaba Almería por primera vez y, sin duda, por el indiscutible nivel alcanzado por la OCAL en sus dos décadas de historia, a través de los cuales ha propiciado la colaboración con grandes músicos y cantantes, como en este caso, gracias a la presencia de la soprano Suzana Nadejde, el contratenor Coco Díaz, el barítono Javier Povedano y el tenor almeriense Juan de Dios Mateos, todo un lujo para la afición musical de esta ciudad, los cuales unieron sus voces al Orfeón Donostiarra dirigido por José Antonio Sainz Alfaro. Y, todo, bajo la batuta de Michael Thomas, que ya puede considerarse como el principal artífice del “milagro Almería”, en el aspecto musical.



La OCAL ha influido en la evolución cultural almeriense de manera incontestable. Casi podría decirse, de forma semejante a la aportación de Cajamar a la historia reciente de esta provincia. 



La novena



Un aspecto extremadamente relevante de este concierto, que se celebró también ayer mismo en el Auditorio de Roquetas de Mar, fue la obra elegida. La Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, última composición sinfónica del genio de Bonn suscita buena parte de los mensajes asociados a la entidad financiera almeriense y a lo que supone su nuevo edificio de servicios centrales. Detrás de toda esta conjunción de acontecimientos, protagonismos y significados solo cabe plantear la música como el mejor argumento.



Como explicó el periodista y experto en comunicación agrícola, David Baños antes de que comenzara el concierto, esta última sinfonía de Beethoven, cuyo estreno cumple este año su bicentenario, entreteje en sus partituras y en la letra de la célebre ‘Oda de la alegría’ basada en un poema de Friedrich Shiller, aspectos relevantes y decisivos de la historia de Cajamar indefectiblemente unida a la de esta provincia, a la de su modelo agrícola y a la evolución de su tejido empresarial y social. Como conclusión, Baños definió la jornada como el “Domingo de la Alegría”.



Además de la citada introducción, la pantalla del Auditorio ofreció un audiovisual en el que quedó patente el compromiso de Cajamar con Almería, el valor incalculable del factor humano en su consolidación como entidad financiera de primer nivel y sus fundamentos basados en el espíritu cooperativo. Afrontar una obra sinfónica como esta Novena de Beethoven, universalmente conocida y aclamada es como una espada de doble filo. De antemano, la predisposición de la audiencia es inmejorable. Pero, cuando suenan las primeras notas es muy difícil sustraerse a la evocación de otras interpretaciones recogidas en la discografía de lujo o escuchadas en conciertos muy especiales.



Sin embargo, es preciso dejar claro que la OCAL, supo estar a la altura de la obra y de la compañía en el escenario del Orfeón Donostiarra, además de la de los citados cantantes. Antes de que llegara ese inmortal cuarto movimiento que incluye la famosa ‘Oda a la Alegría’ toda la bella trascendencia de esta sinfonía inundó el escenario del Maestro Padilla de esa magia musical que solo es patrimonio de genio excepcionales como Beethoven. Un creador único cuyo legado cambiaría para siempre el curso de la historia musical europea, exigente con su propia obra y con las cualidades técnicas y artísticas de quienes se enfrenta a sus partituras.


La novena sonó profunda, épica y trascendente como corresponde a un compositor excepcional capaz de escuchar la Música sin la necesidad de oírla a causa de la sordera que le acompañó en la última parte de su vida. Por encima de todo, obras como esta dejan patente que la Música dice todo aquello que no puede expresarse con palabras.


Como no podía ser de otro modo, el cuarto movimiento sacudió emocionalmente a un Auditorio prácticamente lleno, hasta que la nota final desató una prolongada y extensa ovación con todo el público en pie. Un público que no pudo contenerse las palmas al final de cada movimiento, pese a que suele ser recomendable guardarlas para el final de la obra.

 



Temas relacionados

para ti

en destaque