“Es un honor poder ofrecer este pequeño homenaje a Antonio Cuadra, un violinista extraordinario, una persona que, aunque no nació en la capital, vivió entre nosotros muchos años y fue un icono de la música de nuestra ciudad, dentro y fuera de las fronteras provinciales”, afirmó Luis Rogelio Rodríguez Comendador. “Este pequeño homenaje nos ayuda a que Antonio Cuadra siga viviendo entre nosotros permanentemente”.
La mañana, nublada y algo fría, invitaba al paseo invernal de abrigo y desayuno en un cálido café del casco histórico. La vida en las calles del centro discurría, ajetreada como siempre en un día laboral, con la sordina que esta ciudad habituada al sol recibe las pocas semanas de invierno que asoman a su cielo.
Un dúo de Pleyel
En el número 14 de la calle Lope de Vega, que discurre entre la Catedral y la calle de Las Tiendas, el acto había comenzado a las 12 y media, cuando se descubría una placa dedicada al violinista Antonio Cuadra Román, quien la había habitado durante muchos años.
Junto al alcalde de la capital se encontraban las hijas del músico, Amalia y María del Mar Cuadra Santaolalla, y el presidente de la Asociación de Vecinos ‘Casco Histórico’, Juan del Águila. Y entre el público asistente, un nutrido grupo de familiares, concejales, vecinos y miembros de la Asociación Filarmónica.
Tras caer la cortina que cubría la placa, el homenaje había continuado, casi como no podía ser de otra forma, con música. Dos violinistas de la Orquesta Joven de Almería (OJAL), Darío Rodríguez y Beatriz Sierra, había interpretado el Dúo opus 8 de Ignaz Joseph Pleyel.
Entonces había tomado la palabra José Luis Rodríguez Martínez, pianista, antiguo director de la Coral Virgen del Mar y amigo de Antonio Cuadra, y con la emoción a flor de piel había trazado una semblanza humana y artística del desaparecido músico de Alhabia.
Emoción y recuerdos
Antonio Cuadra, “el violinista más importante que ha dado Almería, y al que quizá no se le han dedicado aún suficientes muestras de admiración y respeto”, afirmó, será siempre recordado por los amantes de la buena música “por su virtuosismo como intérprete y su calidad como director y compositor”.
“Era muy exigente, muy purista con la partitura y la ejecución musical, y le admiraba por su sencillez, su exquisita educación y, sobre todo por su manera de interpretar, su perfección en el sonido, su fraseo, su timbre, su técnica en el vibrato, su afinación, sus matices, su expresión estética, su manejo del arco, su agilidad y seguridad, su virtuosismo, su sentimiento en la interpretación y su facilidad para la repentización, tocar a primera vista”, recordó Martínez.
El acto, realizado en el marco de las Fiestas de San Antón 2014, que estos días se celebran en el Casco Histórico, fue organizado por la asociación ‘Casco Histórico’ y el Ayuntamiento de Almería, a través del Plan Urban, finalizó con el agradecimiento de la familia del violinista, “muy feliz por este reconocimiento a una persona que nació y vivió, hasta el momento de su muerte, para la música”.
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