En la imaginación de la pintora Françoise Nikitine (Carboneras, 1943), los barcos de la tierra que la vio nacer bailan. Y no hay puerto en el mundo que vea arribar unos barcos tan hermosos. Las mujeres enlutadas que observaba de niña en la pedanía de El Argamasón, lejos de asustarla, aparecen como unas damas bellísimas, cuyo negro riguroso contrasta con el azul de los Cocones. Recuerdos infantiles que hoy cobran vida en el lienzo en una exposición llamada ‘Tierra’.
Hasta el próximo sábado, el Castillo de San Andrés alberga quince obras al óleo de la artista, toda una declaración de amor por su pueblo natal. “Mi familia es mi vida y después está Carboneras, que es mi segunda vida. He viajado por muchos países y nunca he visto ese azul del mar”, confiesa la pintora mientras recorre la exposición.
Los cuadros de Nikitine -“es el apellido de mi marido pero yo soy Cortés Cortés”, afirma- están llenos de color, de mujeres delgadas con trajes de fiesta, de niñas y flores, de detalles mínimos que se hacen gigantes en su fantasía. Esta muestra es un homenaje a sus raíces pero también al universo del modisto Balenciaga, al que adora.
“Algunas veces han dicho que mi estilo podría compararse al de Chagall pero yo soy yo, Nikitine. Es una pintura moderna, muy personal: creo que lo hago yo, no lo hace nadie en el mundo”, expresa vitalista, con la misma emoción con la que habla de sus orígenes.
“Mi padre era de Lucainena de las Torres y mi madre de Níjar. Se instalaron aquí, donde estuvieron veinte años. Cuando yo tenía trece, nos fuimos a Francia, a Pau. Mi padre jamás quiso regresar porque nunca quiso ver sus tierras vendidas”, recuerda.
Ella sí ha regresado: lo hace cada verano para seguir inundándose del mar que la acunó de cría, para dormirse bajo el mismo sol que ahora ilumina a muchos de los personajes de las creaciones de ‘Tierra’. Su tierra.
“El pueblo está cada vez mejor”
Françoise Nikitine hace hincapié en que ella no regresa a Carboneras como una turista sino como una vecina más. “Veo cada vez mejor al pueblo. Y por eso quiero contribuir a que siga creciendo. Mis obras no son sólo para mí, también quiero que sirvan para hacer algo por Carboneras”, cuenta la artista, que también ha dejado su sello como ilustradora en libros de poemas de su marido, Nicolas P. Nikitine.
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