Saúl Craviotto, competidor feroz, exprimió las últimas gotas de energía de sus músculos, los cargó de ácido láctico hasta reventar, y en un sprint llevado al límite en 200 metros consiguió el bronce en la última palada, el último suspiro. Ganó el británico Liam Heath, con 35.197. Le siguió el francés Maxime Beaumont (35.362) y por detrás Saúl (35.662), marcando el mismo tiempo que el alemán Ronald Rauhe, con el que compartió medalla tras una remontada brutal. A la llegada le siguieron unos segundos angustiosos, de foto finish, que acabaron con el español estallando de alegría y roto de cansancio.
El piragüista leridano, de 31 años, abrochó así una cuarta medalla para un palmarés espectacular construido en tres Juegos: oro en Pekín 2008 en K2 con Carlos ‘Perucho’ Pérez Ríal, plata en K1 200 en Londres 2012, el oro olímpico a los pies del Corcovado con Carlos Toro en K2 200 y el bronce de hoy.
Craviotto, policía nacional en Gijón, tiene un gen campeón. Cuando no patrulla, revienta algún bar donde se trapichea con droga o ayuda a calmar a un chico que se quería suicidar, palea siempre pensando en los Juegos. Han marcado su vida y lleva los aros olímpicos tatuados en cada uno de sus bíceps. Porque en las citas olímpicas es donde saca lo mejor… aunque le cueste llegar a ellas.
En Pekín 2008 entraron por una repesca, igual que en Londres 2012 y para Río falló en el Mundial clasificatorio de Milán pero se puso las pilas para el Preolímpico con la doble apuesta de compartir kayak con Toro y el K1. En las dos apuestas hizo bingo.
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