No es fácil asumirlo, pero no queda otra. Ver al Almería fuera de casa es un ejercicio de superación. Ni poniéndose por delante, con lo que cuesta marcar en Segunda, llega para romper el maleficio. Ni contra un rival que parecía muy tocado. Esto empieza a no tener solución. Derrota y vuelta a los puestos de descenso, donde pasará la Navidad el cuadro almeriense.
Otro Almería
Lo único que cambió respecto a salidas anteriores fue el once. Isidoro titular por Ximo, con la mente puesta en el Espanyol; Pozo dejando su puesto a Juanjo y Azeez por Puertas. No defraudaron a nivel individual, sí colectivamente. El Mirandés también lo pasará mal, le costará llegar a los puntos necesarios para la permanencia, ya que el partido se decidió por errores más que por aciertos. Se puede salvar la jugada del 0-1, después de un primer tiempo en el que lo más peligroso fue un cabezazo de Azeez. Juanjo condujo hasta la frontal del área, sirvió a Quique y en el mano a mano no perdonó ante Roberto. ¡Iba a ser el día. Ya tocaba ganar fuera!. Error.
Desde el minuto 47 al 90 desapareció el Almería. De manera extraña, el once de Soriano dio un paso atrás, con miedo a perder lo que tanto había costado conseguir. Poco duró la alegría, y es que Álex Ortiz, después de un saque de esquina, empujaba la pelota a la red previo disparo de Guarrotxena (min 58). La única vía de peligro local hacía daño. Y quedaba más, ya que a los 70 Maikel Mesa, en una falta previa muy protestada por el banquillo, y que le costó la expulsión a Soriano, cabeceó a la red sin oposición el segundo del Mirandés.
A raíz del 2-1 el cuadro rojillo tiró de oficio, parando el partido cuando era necesario y aguardando alguna posible contra. Es destacable que Casto realizara menos intervenciones que Roberto, lo cual indica que este Almería es muy blando a balón parado. Son muchos puntos perdidos así y lo de Anduva no fue un accidente.
Al descenso
Las derrotas escuecen siempre, pero la de Miranda mucho más. Los locales estaban hundidos, con falta de fútbol y dudas después del 5-0 de Valladolid. Sin embargo, con el Almería delante siempre habrá una vía de escape a tantos problemas.
Llegan las vacaciones de Navidad, con el Mirandés celebrando que sale del descenso y un Almería que vivirá en el pozo, al menos, hasta que llegue el Getafe. Lo que le ocurre a esta plantilla a domicilio es inexplicable, un misterio. El balón parado es el talón de Aquiles y no hay solución. Borrón y cuenta nueva para un 2017 en el que solo está asegurado el sufrimiento.
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