Se pueden pasar horas y horas de conversación con Miguel Carlos Palanca Rodríguez (Almería, abril - 1969) sin que se perciba para nada el paso del tiempo. Es cristalino. No podría mentir aunque se lo propusiese, pero además lo avala una fuerza emergente que no hay quien pare. Y es que no está solo cuando predica rugby, sino que se siente respaldado por una masa social que él mismo sigue compactando a fuerza de un solo ingrediente: la unión. Se expresa con pasión, la misma que pone a la vida, y su vehemencia, pura y muy sincera, se centra en hacer una sociedad mejor. No es el azote del fútbol, es la voz de la conciencia para que el deporte sea una herramienta básica sobre la que construir en armonía. Dinámico, aguerrido, incansable, en 2017 ‘amenaza’ con más retos. Todos saben que los logrará… y que los compartirá. El presidente de Unión Rugby Almería para unos minutos, pero solo para reflexionar
Pregunta: ¿A usted le gusta el fútbol?.
Respuesta: Por supuesto. Mucho. De hecho me gustan todos los deportes, de un modo especial en los que hay contacto, como balonmano o baloncesto.
P: Empezamos de este modo para poner sobre la mesa ya de entrada una de las bases del rugby, que es el respeto a los demás.
R: Espero que nadie se confunda. Cuando pedimos para el rugby lo hacemos sin ir en contra de nadie. A los niños hay que darles todas las opciones, y además pensamos que nuestro deporte debe estar a su alcance porque les aportará mucho en su vida. El fútbol como deporte es maravilloso. El problema es que su sobredimensión se ha llevado hasta el punto de tragarse a todo lo demás, y eso no es justo.
P: De hecho, sus propios hijos son los que le motivaron a tirar de este carro.
R: Efectivamente. Mi hijo mayor jugaba al fútbol, y siendo muy pequeño tuve que presenciar algunos espectáculos lamentables de falta de respeto, de hasta insultos a los niños. Salió de mi hijo pedirme cambiarse al rugby, y desde ese momento volví después de varios años. Mis dos hijos menores directamente han cogido el balón oval.
P: Sobre usted gira todo el ‘pequeño-gran’ universo URA, pero eso lo veremos después. ¿Qué se encontró al volver a su deporte?.
R: Tengo que aclarar que el rugby es un deporte eminentemente universitario y que yo comencé en esa época de mi vida en Granada. Ya en Almería tuve un paréntesis, pero aquí hubo gente que hizo una labor extraordinaria. En Costa de Almería se trabajaban muy bien las bases, y de hecho la columna del actual equipo en División de Honor está formada por varios jugadores de esas tres generaciones sucesivas de Costa.
P: Entonces, ¿qué faltaba para dar el salto que ahora se ha dado?.
R: Nosotros llevamos en nuestro nombre la palabra ‘Unión’, y no es un mero adorno sino la pura realidad. El unirnos nos ha hecho evidentemente más fuertes, y eso a su vez nos ha hecho más visibles, y eso a su vez nos está dando la vitamina para crecer más rápido. Es una sucesión de hechos, todos bajo la premisa fundamental de la unión, real y efectiva, en la que todo el que quiera, cuenta y aporta.
P: De grupos de rugbiers que no se hablaban, que se veían aislados y que en muchos casos no tenían constancia de que hubiera más, a lo que hay en la actualidad.
R: La clave del rugby en Almería es la ‘unión’. No lo veo como un proyecto personalista. No lo es y está demostrado. Empezó la Universidad y después continuó Costa de Almería con Juan de Luque, José Cuadrado, Pablo Jiménez, Jorge Giménez y un montón de rugbiers que nos han traído hasta hoy. Algo más tarde empezó El Ejido y hoy hemos conseguido unir un modo de vida alrededor del Proyecto URA. Además, se van uniendo veteranos de muchas procedencias, de Madrid, Granada, Murcia, Sevilla, Cádiz, Asturias, Cataluña… muchos hermanos argentinos residentes en Almería, y esto nos hace más fuertes, más diversos y plurales, más grandes, más URA. Por eso ahora estamos en División de Honor y por eso desde los 4 a los 18 años se han cubierto los huecos para que los niños puedan hacer rugby permanentemente desde la edad temprana hasta la adultez. La unión ha permitido escuelas en Almería, Roquetas, Aguadulce, El Ejido y Balerma, nos ha traído brotes en Huércal Overa y Adra, y provocó que Carboneras se volviera a federar.
P: El rugby se extiende como una mancha de aceite, y luego está lo que se ha denominado ‘Proyecto URA’.
R: Se dan varias circunstancias que confluyen en que URA sea un proyecto, y lo primero es que estamos unas persona con la base solida de Costa y El Ejido para iniciar el proyecto, a las que se van sumando veteranos, gente de una edad determinada que quiere que sus hijos jueguen al rugby.
P: ¿Está de acuerdo en la expresión de que ‘el rugby está de moda’?.
R: No. No está de moda. Lo que está de moda en un país que rehúsa de la violencia, lo que está de moda son las familias que se quieren integrar en un deporte de valores, convertir deporte en educación, que sea una pata de la formación de sus hijos.
P: Es una visión ambiciosa y comprometida.
R: El rugby realmente no es un deporte, es un estilo de vida, valores y niños unidos, una actividad en la que aportamos a la sociedad, una escuela de vida y para la vida. El rugby es un vehículo integrador, por ejemplo para niños con neurodiversidad, y está más que demostrado en otros países.
P: Y entre tanto trabajo, ascenso y permanencia en División de Honor.
R: Desde luego que el balance de año es muy positivo. Nunca habíamos llegado a esta categoría y lo cierto es que deportivamente es un éxito de todos, porque todos estamos ayudando en todas las parcelas en las que podemos, y sobre todo hemos hecho crecer a jugadores de Almería. Nos dimos cuenta de que íbamos excesivamente justos y abrimos la filosofía de traer algún jugador de fuera que marcara la diferencia. Estoy muy contento con la reacción de todos los deportistas que están en URA, con la cantidad de jugadores que estaban en su casa y han vuelto, con el femenino… en general, con el aumento progresivo y exponencial entre las personas practicantes de este deporte.
P: Eso obliga a reforzarse institucionalmente.
R: El club empezó como estructura por debajo de lo que era la división en la que nos encontrábamos, y hemos pasado de 4 o 5 personas a las 13 que hay actualmente en la directiva, más otra mucha gente con funciones ayudando con su granito de arena. La idea que yo tuve desde el principio fue la de unir a toda la gente de rugby de Almería y crear una familia en la que todos tuvieran la opción de disfrutar, de ver de partidos, de llevar a sus hijos y de ver este deporte como un estilo de vida. Con una estructura débil no puedes.
P: Da la sensación de que está todo hecho por el avance experimentado, pero 2017 trae retos más que deseos.
R: El primero vuelve a ser la instalación. Esa es la que nos va a permitir seguir creciendo y la vamos a utilizar como un centro de unión. Más personas, más niños, más servicios… requiere la imperiosa necesidad de un sitio en el que estar. También le hemos pedido a los Reyes Magos que sea una realidad la creación de una fundación, que también hace necesaria una sede estable. En definitiva, necesitamos una base de operaciones desde la que seguir con la promoción de Almería por toda España desde la honestidad, el respeto, la integridad y el trabajo en equipo.
P: Por partes, lo de la instalación ya tiene largo recorrido.
R: Muy largo. Digo esto con absoluta humildad y respeto, con el mismo respeto que nosotros exigimos que se nos tenga. Estamos en el camino correcto. No tenemos el apoyo público que hacia este deporte hay en otras ciudades de España, y sobre todo en relación a lo que este deporte aporta a la sociedad. Pero teníamos claro que el camino iba a ser largo y que las cosas en esta vida cuestan. Con trabajo, persistencia, esfuerzo y con los valores de nuestro deporte, tengo el absoluto convencimiento de que las cosas solo tienen un camino y poco a poco vamos abriéndolo al andar. El camino del respeto es elegido cada vez más por más padres. Cada día somos más y cada 4 años vamos a las urnas. Vamos a pasar legislatura detrás de un campo de rugby para una ciudad con 200.000 habitantes y con cerca de una veintena de campos de futbol en su entorno más cercano. Es un derecho histórico que el Ayuntamiento ha prometido para la primavera y que estamos ansiosos por ver, pues hay varios proyectos que todavía no hemos podido comenzar. Como siempre digo, todos pagamos impuestos y nosotros jugamos al rugby.
P: En cuanto a la otra cuestión importante, ¿qué fin tendrá su fundación?.
R: Su destino es los niños, con tres líneas de actuación: con neurodiversidad, lo que actualmente hace URA Clan, con trastornos del comportamiento, respecto a lo que hay que añadir que ya tenemos niños de pisos tutelados gracias a colaboraciones con asociaciones, y de familias desestructuradas y en riesgo de exclusión social.
P: Me imagino que también pide la permanencia.
R: Ojalá. La lucharemos y la conseguiremos, pero no es prioritario. Antes antepondría otras cosas, sin perder la cabeza, como un proyecto de formación de monitores y entrenadores, por ejemplo. Tengo el sueño de ver a URA algún día en División de Honor A, y estoy seguro de que se haráo realidad, pero será con las cosas bien hechas y unas bases muy sólidas.
P: En cuanto a apoyos…
R: Siempre he pregonado que hace falta una ley de mecenazgo en condiciones y que no haya apoyo público. Las administraciones deben estar para otras cosas y apoyar al deporte base, pero una vez que reparten, no puede ser que a unos sí y a otros no, sino que deben ser ecuánimes. El rugby está haciendo cosas que no hacen los demás siendo los últimos en llegar. Llegará una gran empresa que se dé cuenta de que representamos todo lo que quiere que le represente ante la sociedad.
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