Verza es el especialista en lanzar los penaltis en el Almería y lo pidió. Nadie le hizo cambiar de idea pero todo el Mediterráneo sabía que no acabaría en gol: estaba quemado con haber anulado su gol y la sangre hervía en su corazón.
Suele pasar que tras no dar gol un árbitro e indicar penalti la pelota no acaba de entrar y eso es lo que pasó. La suerte también juega pero la decisión fue de Lucas Alcaraz que tiene a su especialista.
Nada que oponer a los galones de Verza que siendo el encargado asumió el reto y no hizo gol, pero hay momentos en el fútbol donde una decisión improvisada gana un partido. Y no pasó.
Tenía claro que Verza no haría gol. Era un presentimiento. Una corazonada. Una regla no escrita del fútbol. Y así pasó para desencanto de un Almería que merecía acabar otra gesta en la misma portería.
Me pongo en la piel de Lucas Alcaraz y el penalti se lo doy a Fidel que desde que falló la pasada temporada en Vallecas tiene ganas de sacarse la espina.
Me pongo en la piel de Lucas Alcaraz en ese minuto 90 de partido y le doy la pelota a René para que haga su primer gol con el Almería.
Me pongo en la piel de Lucas Alcaraz y le doy la pelota a Trujillo que tras su segundo partido brillante con el Almería no iba a fallar y hubiese metido al portero del Nástic en la portería o la pelota hubiese terminado en La Térmica.
No era Verza el hombre más idóneo para lanzar el penalti pero manda galones: y así pasó.
Sabe Lucas Alcaraz que tengo razón.
Tanta como él que es quien decide.
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