Es el espejo para todos los árbitros de balonmano de Almería. Asegura que llegar a la Liga ASOBAL es más fácil que mantenerse porque la competencia es muy grande. El día del debut en la máxima categoría fue brillante, aquel día marcó el camino y hoy se esfuerza para seguir haciendo historia en la élite del balonmano. Desea un balonmano almeriense unido, muy unido.
¿Cómo llegaste al mundo del balonmano?
Todo fue de la mano de Miguel Moreno. Estaba en el Colegio y entró en clase como profesor de Magisterio de Educación Física; nos comentó que podíamos practicar una bonita modalidad deportiva como el balonmano, me atrajo muchísimo hasta hoy.
Recuerdo que tenía 17 años cuando cambié el chip de jugador para pasar a ser árbitro porque quise experimentar desde otra perspectiva cómo era el balonmano.
¿Jugador o árbitro?
Me quedo con muchas cosas de la época de jugador porque llegué a jugar la Liga Andaluza de juveniles, recuerdo que es una competición muy fuerte. La etapa de jugador de balonmano fue muy bonita porque llegué a jugar campeonatos incluso estatales.
Y ahora desde el prisma del arbitraje me quedo también muchísimas cosas del mundo del balonmano porque he conseguido llegar a lo más alto y la verdad es que me siento bastante realizado en el balonmano; son muchos años detrás del objetivo para intentar llegar.
¿De quién se acuerda en el camino recorrido para llegar a la élite del balonmano?
De muchísimas personas, pero sobre todo de una y es de Rafael Romera; lo digo con emoción porque es una persona que ha estado siempre ahí, empujándome en todo momento para llegar a la máxima categoría del balonmano.
Se emociona...
Muchísimo porque Rafael Romera es muy grande y hemos pasado por situaciones desagradables últimamente en el balonmano almeriense y él quiere que esté todo unido. Lo ha pasado realmente mal y supongo que todo pasará con el tiempo. Espero y deseo que todo vuelva a la normalidad en un futuro.
¿Por qué decidió el cambio de jugador a árbitro?
Tenía una amistad que se llamaba Víctor, que era un gran árbitro que hubiera llegado seguramente a la máxima categoría del balonmano pero esto es como un tren que pasa y las circunstancias de la vida le dieron la posibilidad de llegar hasta la División de Honor Plata. Él me llevó a esta situación; me enseñó cómo es el arbitraje y comencé, como todos, en las pistas municipales del Patronato. Pitaba los viernes por la tarde y aquello me sedujo, hasta el día de hoy.
¿Cómo es la ASOBAL por dentro?
Es muy dinámica y va cambiando muchísimo, aunque parezca que ha decrecido en los últimos años. Los equipos más modestos en el apartado económico ya están retando a los grandes de la máxima categoría.
Veo la ASOBAL cada vez más equilibrada, aunque es cierto que estamos viviendo momentos en los que todavía debemos apretar.
La entrevista completa este domingo, día 12 de agosto, en la edición impresa de LA VOZ.
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