Era 8 de abril de 1995, sábado, y El País abría su portada con el titular ‘El éxodo de la Semana Santa se inicia con la gasolina a casi 115 pesetas’, o lo que es lo mismo, a 0’69 euros. Pasados ahora 25 años, y por unas circunstancias impensables no en aquel entonces, sino hace pocos meses, el precio del combustible se desploma, un modo curioso de acercarse a aquella época, y el mundo se encuentra confinado, lo que sí es muy distinto a la concentración pasional vinculada al deporte que se vivió en El Ejido. En el contexto del ‘encierro’ ha llegado una efeméride clave en la historia del Club Voleibol Unicaja Costa de Almería, que no ha podido celebrarse como a la entidad ahorradora le habría gustado, pero que al menos se ha revivido con los ecos de las voces de los protagonistas de una gesta maravillosa. La primera página de lo que está siendo una leyenda que se reedita año tras año quedó escrita hace ya un cuarto de siglo, ‘solamente’ un principio, ¡pero qué página y que principio!.
El Ejido se volcó, y sí, hubo éxodo en el interior de la provincia, infinidad de vehículos hacia la población del Poniente Almeriense. Era la segunda vez que un equipo de la tierra podía levantar un título nacional, la primera como ‘local’, ambas veces ese Unicaja. El equipo unía voluntades y regalaba lo que nunca antes se había vivido a una tierra ‘huérfana’ de coronas. Así, tenía que ser la primera una ‘del rey’. La Copa se perdió dos años antes en Murcia, a manos, como no, de un gigante canario que se topó en 1995 con algo inevitable, y ‘el Domingo los Ramos fueron más verdes’ que nunca antes en Almería. Técnicos y jugadores han abierto su memoria, tanto la individual como la colectiva, para compartir sentimientos con la afición al voleibol no solo de esta provincia, sino de toda España. Los Axel Mondi y Jose Maqueda como entrenadores, Enrique de Haro como preparador físico, Manuel Fernández como el fisioterapeuta del grupo, y todos los jugadores, lo celebran como el COVID-19 deja.
El plantel verde estaba formado por dos colocadores, Cosme Prenafeta y Fernando Martínez, tres opuestos Rafa Pascual, Geni da Silva y Manuel Carrasco, cuatro receptores, Pascual Saurín, Ivo Lazarov, Manolo Berenguel y José Antonio Martínez ‘Rubio’, y tres centrales, Juanjo Salvador, Jesús Sánchez Jover y Carlos Carreño. Los de enfrente, campeones curtidos, experimentados y durísimos de doblegar, los de Pepsi Gran Canaria Las Palmas, compartiendo por aquel entonces una rivalidad tremenda con Grupo Duero y otras denominaciones de Soria, club también de gran importancia en la historia de este deporte. Unicaja llegó para formar parte de lo que fue un ‘triunvirato’ que se repartía las plazas del podio en la competición del KO, y así ‘aprendió a ganar’ para cambiar su trayectoria de una vez por todas, siempre en la pugna por ser campeón durante un cuarto de siglo, un sueño ininterrumpido que va por 25 años y que ha dado para 29 títulos nacionales y un subcampeonato de Europa. Dicho todo esto, comienza la primera de tres partes de protagonistas.
El entrenador de ese momento, Axel Mondi, ha definido la consecución de este logro de modo rotundo: “Ese primer título nacional ha representado en mi faceta personal la consecución de un sueño, que era el dirigir un equipo y lograr un título en Europa como entrenador, también el de formar y dirigir un cuerpo técnico y unos jugadores capaces de cerrar una piña, y el punto clave quizá fue poder aunar la ambición de cada uno de los que integraban esa gran familia, y llegar así a lo más alto del voleibol nacional”. Mondi enlaza con lo historia posterior: “Aquella Copa del Rey ha servido de acicate para conseguir, con un esfuerzo muy grande, más títulos y nuevos retos, como fue el de crear un periodo en el que Unicaja se coronaba como el ‘rey’ del voleibol español”. Por último, agradece su aportación a todos, “y cuando digo todos, involucro a los que con su esfuerzo han hecho posible conseguir este gran sueño”.
De entrenador a capitán, Cosme Prenafeta guarda esa condición como un privilegio: “Tuve el honor de ser el capitán del equipo y, por lo tanto, la persona encargada de levantar esa primera Copa del Rey, una de tantas que ha conseguido este club”. En su memoria, “recuerdo con mucho cariño aquella experiencia vivida, recuerdo el día de la final, compartiendo habitación con Juanjo Salvador, que ya a las seis de la mañana estábamos despiertos, nerviosos, dos personas jóvenes con sus ansias de ganar, lo que nos hizo estar despiertos muy temprano y al final pudimos todos juntos celebrar este primer título que se consiguió para la ciudad”. Su legado ahí queda, ya que “aunque hayan pasado 25 años, es uno de los más importantes que hemos conseguido para el club”. Desde este confinamiento, Cosme ha manda “un abrazo muy fuerte a la afición de Unicaja, a la gente de Almería, a la sociedad española”, y los mensajes de que “juntos lo conseguiremos en breve” y “nos vemos en las pistas”.
El referido Salvador ha reconocido que “el primer título que conseguí con Unicaja lo recuerdo con especial cariño y especial emoción”, textualmente: “Yo apenas tenía 17 años, fue la primera vez que jugaba de titular en el equipo, y además haciéndolo de esa manera, porque fui nombrado también mejor bloqueador”. Por todo, no solo por eso, “fue una experiencia única, por supuesto acompañado de todas las mejores personas que podía tener a mi lado, los que hoy en día son mis amigos, como son Fernando, el ‘Rubio’, Cosme, Carreño, Manolo, Rafa Pascual…en fin, yo creo que aquel equipo era algo más que un simple equipo”. En su generosidad habitual hacia la memoria de los grandes, esa Copa la pone como reconocimiento “en mi caso a Fermín Giménez, importantísimo en mis inicios en este deporte, porque venía en la moto a Pechina a recogerme y llevarme a Almería a jugar al voleibol, por supuesto a Moisés Ruiz, que es el culpable de que el voleibol sea hoy lo que es en Almería, y por supuesto a Gabriel Giménez Callejón, que ha sido el mejor árbitro que ha dado España, una persona siempre en posición muy discreta, a la que no le ha gustado el protagonismo nunca, pero que ha sido muy importante para nuestra provincia”.
Además, se jugó en El Ejido, ‘patria chica’ de Giménez Callejón, localidad que “hizo una magnífica puesta a punto de la instalación y de todo lo que era necesario para que la final saliera lo mejor posible”. Precisamente ejidense en parte se ha hecho uno de los referidos por Salvador como sus amigos desde entonces, José Antonio Martínez ‘Rubio’, que ha mandado “un abrazo a todos lo que fueron los compañeros que lograron esa gran victoria, que significó el comenzó de una racha de victorias que todavía aun no ha terminado”. Este receptor de la tierra, querido por todos, saca su sonrisa para añadir que recuerda “a la gente importante del vóley, como fueron Don Pedro, mi entrenador cuando era niño, y Moisés Ruiz, que significó tanto para este deporte en Almería”. Se siente un ‘privilegiado’ respecto a los demás, porque “recuerdo esta victoria constantemente, porque las circunstancias de la vida hicieron que posteriormente esté trabajando como policía local en El Ejido, y por eso paso mucho por el pabellón y se ve vienen casi a diario todos esos sentimientos”.
Por último en cuanto a esta primera tanda de protagonistas, Fernando Martínez, el colocador local, muestra una gran emoción por el triunfo: “Cuando pienso en la final, lo que realmente me viene a la cabeza es la ilusión que había en la ciudad por ese torneo, porque voleibol se vivía muy intensamente en aquel momento, y era como si nosotros fuésemos la punta de una flecha que venía empujando desde hacía unos años, desde que el equipo subió a División de Honor, y luego costó mantenerse, para después aparecer en aquel entonces un grupo joven como ese al que le llegó la oportunidad, con toda la provincia volcada”. Martínez ha insistido en que “aparte de las emociones personales, significó el comienzo de una época con un grupo de personas fantástico”, acabando con que “vivimos momentos realmente muy buenos, no solo por los triunfos, sino por lo que compartimos juntos”, textualmente: “Fíjate ahora la cantidad de éxitos, que casi no se valora uno más, olvidando lo importante que puede llegar a ser cada uno de ellos”.
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