La vuelta a Europa se puede valorar muy positivamente, superando las expectativas sobre alcance internacional que se podían tener allá por el mes de junio, en concreto el día 14, que fue cuando se confirmó que, por fin, se regresaba al continente. Atrás habían quedado siete años de renuncias consecutivas por motivos económicos, ya que temporada tras temporada se había ganado el derecho en la pista, pero nadie había podido o sabido disfrutar, junto al equipo, de la ventaja que eso supone. Fue el empuje de la Diputación el más decisivo para un poco más tarde vivir con ilusión y el nerviosismo lógico un sorteo que dirigió las miradas a Austria. Importante es el hecho de que abiertamente la CEV celebró también en ese gran momento de tener de regreso en el seno de sus competiciones a un club de peso histórico como es un Unicaja que, para su gran reestreno, usó con orgullo el sello de calidad turística de su tierra, ‘Costa de Almería’, adoptando ese nombre y así asociarlo a su prestigio.
No en vano, todo un subcampeón de Europa, todo un cuatro veces clasificado para otras tantas Final Four en lucha definitiva por diferentes títulos, todo un participante en todas las competiciones continentales creadas por la Confederación Europea de Voleibol, estaba por fin de regreso para satisfacción de este deporte. Y no, no hubo cabida para nada negativo, y sí, se cumplieron todas las expectativas. Tres victorias de cuatro y una remontada inconclusa por los numerosos golpes físicos y morales acumulados en muy pocas horas, es el frío balance deportivo, mucho más caliente si se reviven los extraordinarios momentos brindados por el equipo, mermado, pero determinado, herido, pero vivo, sacrificado, pero orgulloso. Eso último precisamente es lo que ha repartido entre sus seguidores en particular, los ciudadanos de Almería y Andalucía en general y, por ende, los aficionados a este deporte de toda España. Especialmente memorable fue la durísima victoria en Kuressaare, levantando dos balones de partido para terminar imponiéndose por 2-3.
Hasta ahí puede ser ‘normal’, pero coge mayor sentido de épica cuando se recuerda que se jugó con solo nueve jugadores en acta, solamente dos cambios, un receptor y un colocador, pero con un coraje y unas ganas imponentes de demostrar a Europa de qué pasta se está hecho en España. Costa de Almería sonó más fuerte que todos los tambores y el más de millar y medio de animados hinchas estonios del Saaremaa VK presentes en el Kuressaare SportHall. Un club ‘nuevo rico’, emergente, de solo dos años de vida y llegado directamente a la élite europea, conocía así todo lo que el peso de la historia y la trayectoria brillante del verde podía conseguir, el valor de las ‘alas’ de una camiseta con la de Unicaja. Era el tercero de tres, todo triunfos en el pasaporte, nunca mejor dicho, si bien la vuelta salió cruz, pero horas más tarde de dos tie-breaks en menos de un día durante la Copa del Rey, perdida en un balón, a pesar de sumar un punto más que el rival en el computo global del partido.
Salvaguardado el honor, recibiendo el reconocimiento general, porque hay formas de perder que incluso despiertan más orgullo que ciertos triunfos, la ‘otra parte’, la de promoción de principalmente una marca, Costa de Almería, y de los destinos de la capital de la provincia y de la Andalucía cultural con ‘Huella Universal’, igualmente se había logrado con creces. Precisamente hubo un desplazamiento masivo desde la isla de Kuressaare no solo para asistir a ese partido en el Moisés Ruiz, sino para pasar dos días en la ciudad y la provincia, despertando el interés de un mercado de gran importancia para la industria turística como es el nórdico. De Graz no vinieron aficionados a la ida, pero sí hubo un gran interés en los encantos de la provincia y de toda Andalucía en la vuelta, haciendo el equipo de promotor turístico. No solo en lo relativo a la relación directa ha habido beneficio, sino en la promoción que la CEV ha obrado, resaltando la vuelta de Unicaja Costa de Almería y dándolo buen espacio en sus publicaciones abiertas a todo el continente.
Datos curiosos hay muchos, siendo uno quizá más destacado que el resto al dejar un aspecto general, el de las nacionalidades que han pasado por el Moisés Ruiz en las dos eliminatorias disputados de la CEV Challenge Cup. Entre comisarios de la Confederación Europea de Voleibol, árbitros, técnicos, entrenadores y aficionados, la cifra se va a las 15 procedencias distintas. Portugal y Bélgica son las de los dos colegiados que dirigieron el partido, y portugueses y austríacos son las de la plantilla y cuerpo técnico del UVC Holding Graz. A estas cabe sumar la española, claro está, de gran parte de Unicaja Costa de Almería y del juez del encuentro, Juan Alonso, más rusa, taiwanesa, brasileña, senegalesa, estadounidense y argentina del plantel ahorrador. Hasta aquí se había llegado a diez pasando por Almería, más dos en la vuelta, las de los árbitros, de Eslovaquia y Ucrania.
Esa variedad se fue a más en el choque ante Saaremaa, ya que el club estonio era un crisol, con Cuba, Suiza, Letonia, Brasil, Australia, Grecia y Estonia, por supuesto, en su delegación, con árbitros de Albania y Grecia, y comisario CEV de Francia. La cuenta, en casa, se fue a dieciocho nacionalidades diferentes, más las dos referidas del choque en Graz y las de Polonia e Italia, que son de los árbitros del partido en Estonia, en donde el comisario fue griego, ya contabilizada antes. En total, Costa de Almería se ha visto directamente relacionada, dentro del ‘circo’ que mueve el voleibol europeo en sus diferentes competiciones, en concreto en la CEV Challenge Cup, con un total de 22 nacionalidades diferentes. Para mejor resultado promocional de marca, cabe destacar el hecho de que son procedentes de los cinco continentes, América (norte y sur), Europa (muy extendida por países), Asía (por partida doble al ser Baranov de la Rusia asiática, de Novosibirsk, capital de Siberia, situada al otro lado de la ‘frontera’ natural continental de los Urales), África y Oceanía. Clave es que el club realizó una atractiva visita turística guiada a las delegaciones por los enclaves más señeros de la ciudad antes de sendos partidos.
Por ultimo, y como añadido a título informativo, la Challenge tuvo que parar cuando se había llegado a las semifinales, que iban a solventarse en marzo, con la final, a doble partido también, fechada para antes de la mitad de abril. Habían quedado el gran favorito, Allianz Powervolley Milano, que ya activada la alarma por la COVID-19 en Italia jugó los dos partidos de cuartos en Kuressaare, rival que pudo ser para Unicaja Costa de Almería, pero con gran riesgo sanitario, frente al conocido por los verdes Sporting Club Lisboa. En el otro lado, el Spor Toto SC Ankara se iba a medir a un conjunto con gran mérito, único superviviente de la fase de clasificación, como es el francés Rennes Volley 35. Recordemos que tras sufrir mucho en los dos sets primeros de partido ante Saaremaa, por fin Unicaja Costa de Almería fue capaz de levantar la losa anímica de la final copera y recortó para un 1-2 esperanzador que condujera al set de oro, pero Fran Iribarne, que junto a Ignacio Sánchez había sido el artífice del cambio de escenario, se lesionó al cerrar con un ace la tercera manga.
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