La última ‘locura’ de Guillermo Blanes vino de la mano de un ilusionado Pascual Sánchez que un buen día se presentó en el mostrador de Deportes Blanes y le puso encima de la mesa un proyecto deportivo irrechazable a un futbolero convencido. A Guillermo le brillaron los ojos al momento y se estrecharon las manos. Ese día el baloncesto de la provincia daba un salto de calidad.
A lo grande
Pascual sabía bien donde se metía y Blanes aún más ya que uno conseguía el mejor sponsor (Pascual) y el otro la mejor gestión deportiva (Guillermo). Uno puso los cuartos y el otro a todo su equipo. Con el nacimiento del CB Blanes se acabaron para siempre los problemas y se miraba a la ACB a medio plazo.
Se fueron de la mano a por Luis Rogelio que era el alcalde y todo lo demás salió rodado. Se ficharon americanos. Buenos técnicos y grandes jugadores. El Moisés Ruiz se iba llenando y hasta se quedaba pequeño en los grandes partidos de los viernes cuando Almería miraba con descaro a la máxima categoría.
Embajador
Pascual pasó a presidir los partidos y a recibir a las directivas rivales dando a Almería nombre y prestigio nacional. Era para el presidente un reto cada vez que se abría el Moisés porque se le venía encima un gran problema con la presencia de aficionados. Se proyectó abrir el Palacio para el basquet pero la crisis llegó en el 2008 y se llevó por delante todos los sueños de Primera División.
De aquella experiencia una amistad que ya existía quedó para siempre entre Guillermo Blanes y Pascual Sánchez: dos ‘locos’ del deporte que querían algo muy grande para Almería.
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