La final de triatlón ha sido una de las más duras que se han visto en las últimas grandes citas olímpicas. Todo ello se debe, entre otras circunstancias, a las comprometidas condiciones climáticas a las que se han visto sometidos los triatletas. Tal y como nos contaba nuestro uno de los enviados especiales de la Cadena SER a Tokio, Pedro Fullana, el calor y humedad japoneses son muy difíciles de gestionar.
A las siete de la mañana niponas (23 horas española) el termómetro marcaba en Parque Marino de Odaiba, ubicación de la final, 32 grados. Ante estas condiciones de calor, acompañado con la sensación corporal que provoca la humedad provocaba que los triatletas tuviesen que hacer un sobre esfuerzo que más tarde muchos pagarían.
Uno de los ejemplos es Mario Mola, máximo favorito español para llevarse un metal, terminó en la décima posición. Y en parte, su rendimiento estuvo condicionado al cansancio después de no haber corrido en año y medio y al esfuerzo físico en la bicicleta.
Sin embargo, la imagen más estremecedora la dejó el recién proclamado campeón olímpico, Kristian Blummenfelt, quien se llevó de forma sobresaliente la prueba, pero que acabó por los suelos. Los sanitarios y hasta sus rivales fueron rápidamente a ayudarlo, después de que este se viese obligado a vomitar tras el esfuerzo titánico que tuvo que realizar para llevarse el oro olímpico.
La escena fue grabada por las cámaras de televisión, y una de las imágenes que quedan en la retina es cómo auxiliares sanitarios que lo rodeaban y que lo taparon, tuvieron también que desplazarlo en una silla de ruedas, ya que el noruego era incapaz de mantenerse en pie. Unas imágenes que ya son historia de estos Juegos Olímpicos y que jamás olvidarán en el país nórdico, en lo que significa la mayor alegría hasta ahora para ellos en esta cita olímpica.
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