Observarán que en casi todas las aproximaciones al derbi de esta noche se toma como referencia el 3-0 de hace un año. El Madrid lo utiliza para invocar la remontada (con ouija o sin ella) y el Atlético como ejemplo y recordatorio de lo que debe evitar. Resulta extraño que unos y otros tomen como modelo a seguir (o a rechazar) un partido que fue una rareza, con dos goles de rebote y un agitador que ya no está, Di María.
El esloveno Oblak, a su llegada al Hotel Monte Real, junto a Mario Suárez. | Felipe Sevillano
Simeone tiene su propia explicación de lo sucedido aquella noche: “Nosotros apostamos por el talento (Koke de mediocentro... Diego, Arda, Costa) y ellos jugaron como el Atleti”. Así lo cuenta en el Asado Reservado que emite estos días Canal+, tratado imprescindible sobre el Cholismo, la legión y la parrilla criolla.
Sin embargo, no es aquel encuentro el que debe tomarse como referente si queremos tener una visión global. El partido de hoy es la prolongación de la final de Copa 2013, primera victoria del Atlético sobre el Madrid en catorce años. Desde entonces, se han disputado nueve derbis, con cuatro victorias atléticas, tres madridistas y dos empates.
Desgaste. Si quisiéramos definir una pauta general diríamos que está más cerca del triunfo el equipo que sale más fuerte del combate físico y táctico de la primera mitad. Piensen en la final de Champions o recuerden el último enfrentamiento, con el Atleti lanzado en la segunda parte. Repasen las prórrogas en las que se han decidido los títulos.
También sabemos, por la experiencia más reciente, que ser favorito es un engorro. Hasta hoy, esa condición siempre ha perjudicado al Madrid, en la misma medida que ha estimulado a su adversario. Esta noche será al revés: el Atlético es quien defiende su posición de privilegio, 2-0 en la ida y favorito en las apuestas para pasar a cuartos.
El estado anímico es otro elemento a considerar. Después de dos derrotas consecutivas que interrumpieron la racha de 22 victorias, el Madrid curó sus heridas ante el Espanyol (3-0) y en la Gala del Balón de Oro. Sin tiempo para quitarse la pajarita, el club fue reconocido por la IFFHS como el mejor del pasado año, por delante de Bayern y Atlético.
Para los rojiblancos ha sido distinto. Perder en el Camp Nou fue tan malo por los puntos como por la imagen, en bastantes ocasiones demasiado brusca (pienso en Giménez y en el tobillo de Neymar). El dato positivo, y ya lo habrá manejado Simeone, es que a pesar del mal partido y del tridente culé el marcador de Barcelona (3-1) les clasificaría esta noche.
Reto. Ancelotti, que todavía no ha caído con el Madrid en un torneo eliminatorio (en 2014 levantó Copa y Champions), alineará a su equipo de gala para la Copa, sin Casillas y aún sin Modric. Además del croata, será baja Arbeloa, que ha contribuido al partido con un vídeo de exaltación del madridismo, de las remontadas y de Concha Espina, ilustre escritora de la primera mitad del siglo XX y tres veces candidata al Nobel.
En la parte delantera del equipo, como es habitual, se concentrarán las miradas: James estrena Premio Puskas, Cristiano Balón de Oro y Bale será sometido a examen después de sus últimos contragolpes en solitario. El madridismo espera con la misma expectación los goles que el grito cavernario que nos descubrió Cristiano en Zúrich.
Simeone, por su parte, sólo alimenta una duda: Mandzukic o Fernando Torres. El croata, con gripe, no se ejercitó ayer y El Niño ocupó su lugar en el entrenamiento. Por lo visto en el Camp Nou, el Atlético se beneficiaría del cambio. Mandzukic no tiene la agilidad que precisa el juego de contragolpe de los rojiblancos, ni la velocidad necesaria para acompañar a Griezmann.
Junto al atacante francés se encontrarán Koke y Raúl García, en labores de arquitecto y barrenero, respectivamente. Tras ellos, Tiago, Gabi o Mario; Cholo elegirá a dos de tres. En defensa, Miranda volverá a bailar con Godín y la sorpresa (mayúscula) podría ser la titularidad de Siqueira, defensa que defiende poco.
Habrá lleno en el Bernabéu (público y espíritus) y hará frío, aunque sobrará leña para hacer fuego. Pitará Mateu para completar los alicientes. La prórroga será de 30 minutos y los penaltis no se descartan. Tanta igualdad también la podría resolver el destino, canoso o engominado.
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