El amor a unos colores no tiene límites. Se lo pueden preguntar a los hermanos Alonso Pérez, futboleros de toda la vida y trabajadores honrados sin límite. El protagonista de esta bella historia descansa en Almería junto a sus padres pero antes luchó contra la enfermedad por morir en su tierra.
Almería de plata
Siendo un niño jugaba en la calle y el domingo iba al Estadio de La Falange a ver a un Almería de Tercera División que nunca subía a Segunda. Pero en la 1957-58 siendo un jovenzuelo Juan Alonso Pérez con sus hermanos fueron a recibir al Almería que venía de Getafe de alcanzar la categoría de plata.
En aquellos tiempos no era fácil, pero se hizo de una foto del Almería en el campo de Miramar y fue buscando las firmas de los jugadores. La puso entre sus cosas de valor hasta el último de sus días. Siempre con ella.
Alemania de oro
Corrían los años sesenta del pasado siglo cuando, como el emigrante, “volvía la cara llorando” al salir de su tierra con un buen contrato rumbo a Alemania. El joven Alonso conoció al amor de su vida, Helga, con la que formó una familia y a la única que le entregó su foto cuando partía para el viaje sin retorno. Allí, vio subir al Almería de Maguregui por la televisión en el mismo club donde jugaba su hermano, Bartolo, con una zurda de quilates.
Recibía LA VOZ
Era muy trabajador y poco dado a los caprichos pero su situación económica le permitía recibir LA VOZ de Almería para estar al tanto de su tierra. Mantenía su casa de Almería y todos los veranos volvía a disfrutar de la familia y de los amigos.
Los años iban pasado y la enfermedad le pilló a traición y caía enfermo en Alemania. Postrado en el hospital fueron a verlo dos de sus hermanos, Ginés y Miguel, llevando a la habitación sus ejemplares de LA VOZ que guardaba como tesoros y otros regalos muy almerienses.
Juan no estaba consciente pero el viaje no fue en vano ya que en casa de Juan, en su mesita de noche, estaba la foto de los Puche, León Vilariño, Quintín, Echarry...
Morir en su tierra
El viaje de regreso de Ginés y Miguel era un valle de lágrimas ya que le vieron muy mal. Helga, su cuñada, les dijo que Juan quería morir en Almería pero...
Cuando se temían lo peor esperando el triste desenlace Juan despertó, se recuperó y pudo ver el último ascenso del Almería en el Estadio del Mediterráneo. Era el más feliz del mundo. Otro club pero los mismos sentimientos. La vida le dio la oportunidad de volver a casa y no se movió hasta julio de 2014 cuando le llamaba Dios para cumplir su sueño de descansar con sus padres en Almería.
La familia Alonso Pérez pudo llorar en casa a su querido emigrante que fue rojiblanco hasta la muerte y amó a su Almería sin límites.
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