Con una de las mejores plantillas de su historia, el Poli Ejido bajó a Tercera División allá por la temporada 1996-97. Aquel equipo tenía en el banquillo a un entrenador vasco afincado en Málaga llamado José Luis Burgueña: un señor del fútbol. Y una bella persona.
Y en aquella plantilla había un centrocampista catalán llamado Carrillo (en el Poli no era Joan), que sabe bien de lo que les voy a hablar.
El equipo era capaz de ganar en Córdoba 1-2 ante el líder. De empatar en Málaga ante 30.000 aficionados o de golear al más pintado en Santo Domingo. Pero entre esos marcadores había serias lagunas.
El equipo vivía en el límite de la permanencia y ante su afición se escapaban los puntos sin una explicación lógica. Balones a los palos. Expulsiones injustas. Lesiones de larga duración...
Un día, creo que volvíamos de Melilla, donde se perdió en el único remate a portería de los azulillos. Escuché algo de bañar a los jugadores con miel para evitar el mal fario. Volvíamos en barco.
No daba crédito, pero recibí una llamada y me puse en contacto con Burgueña, que me comentó la eficacia del balo con miel para espantar los malos espíritus.
Yo que soy más de Iglesias, Curas y Padres Nuestros, le dije que eso no servía para nada y... todos se encerraron en el vestuario y recibieron el Bautismo de la miel. Ave María Purísima.
No me acuerdo si al siguiente partido se ganó, creo que vino el Betis B de Joaquín y Diego Tristán y empataron a uno en el descuento.
Cisco, como buen sevillano, me contaba con una sonrisa el procedimiento y no lo quiero desvelar por respeto a los profesionales: y me consta que Cisco y Joan Carrillo lo son.
Aquello no sirvió para salvar al Poli del descenso más doloroso que se recuerda. En la última jornada perdía en Guadix y bajó a Tercera. Lloraba Gaby Hidalgo desconsolado con sus inseparables Pepe Godoy y Félix Salinas. Qué grandes directivos. Cuánto amor al Poli derramado.
Ese día en Guadix, con una de las mejores plantillas de su historia, el Poli Ejido tocaba fondo y Burgueña no pudo levantar a unos futbolistas capacitados: pero sin el acierto necesario para sumar.
Yo prefiero que Carrillo bañe a sus jugadores en trabajo y deje la miel para la garganta cuando pille un costipado.
A Maguregui le iba mejor rezando un Padre Nuestro antes de los partidos.
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