Una década ha pasado ya desde que el entonces hermano mayor, José Ángel López, sustituyó el viejo y destartalado paso del Cristo del Amor por el actual. Pero claro, los fondos de la Cofradía daban para comprar el taco de madera de la canastilla, labrar el frontal y poco más.
Año a año se ha ido finalizando, bajo el mandato de su sucesor, Gabriel Fernández. Y ha sido con Juan Antonio García cuando el paso del Cristo del Amor se ha acabado, con el labrado del trasero, lo único que faltaba ya.
Elegante y majestuoso relucía en la incierta tarde de Martes Santo el Cristo, obra de Perceval, por las calles de Almería. Y no era ésta la única novedad que presentaba la Cofradía este año. La Cruz Guía, que abría el cortejo procesional, también era nueva.
El caso es que la Cofradía no las tenía todas consigo. En todos los partes meteorológicos se anunciaba lluvia para el Martes Santo en Almería, algo que afortunadamente no llegó a suceder.
Así, a las 18.45 en punto de la inquietante tarde, gris y desapacible, el portón lateral de San Sebastián se abrió y apareció la nueva Cruz Guía. Comenzaba la procesión de El Amor un año más. Como siempre sucede, la calle Alcalde Muñoz era un hervidero de devotos que querían ver la salida de los Titulares.
Salió el paso del Cristo del Amor, portado por 35 costaleros comandados por el capataz Rafael García, y un cuarto de hora más tarde, hizo lo propio la Virgen del Primer Dolor, cuya cuadrilla del mismo número de costaleros recibía las órdenes de Emilio Salvador.
El acompañamiento musical, el tradicional: la Banda de Cornetas y Tambores ‘Santa Cruz’ con el Cristo y la Banda ‘Santa Cecilia’ de Sorbas con la Virgen, quien, por segundo año, tenía como palio el mismo cielo de Almería. Hay a quien le gusta más así; dicen que luce más su belleza.
Componían la procesión unos 110 nazarenos, 35 de los cuales eran niños de la guardería, 40 camareras de la Virgen con sus elegantes mantillas, representaciones de otras Cofradías, diversas insig- nias y el ya citado acompañamiento musical.
A pesar de los malos augurios meteorológicos, la tarde resultó aceptable. Ni lluvia ni viento. ¡Cómo lucen las procesiones sin la indeseable visita de Eolo!
A poco de salir del templo, primera parada en la puerta de la antigua Casa de Socorro, desde cuyas ventanas desgarraron la tarde con su voz Ana Mar y María Canet.
Luego repitieron cante en la puerta del Capitol otros dos saeteros de El Morato: El Niño de la Cuevas y repitió su hija Ana Mar.
La noche ya se había cerrado y la amenaza de lluvia había desparecido. Almería se había echado a las calles. De Alcalde Muñoz despidieron a los Titulares las monjitas de la Milagrosa. Las callejuelas pequeñas y zigzagueantes que hay entre Murcia y Granada eran un hervidero.
La comitiva ganó Puerta Purchena a las ocho de la tarde. Y todo el cortejo se internó por calle Tiendas en el casco antiguo de la ciudad.
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