Como en tantas ocasiones, nos distraemos en cómo curtir la piel del oso antes de cazarlo. Nada se sabe con certeza sobre la llegada del tren de altas prestaciones a Almería. Se habla de solucionar el paso a nivel de El Puche con un proyecto de parcial soterramiento, Corredor Ferroviario Mediterráneo, recuperación y usos para la estación, mejoras en la vía actual… O sea, una mezcla de necesidades, proyectos, usos y reivindicaciones que se arremolinan y solapan sin establecer orden de prioridad y viabilidad.
La difundida noticia sobre la excursión a Sevilla mediante el penoso trasbordo tren/bus/tren no es un problema directo de la pésima línea almeriense, surge al programar las obras del AVE a Granada que, al retrasarse ostensiblemente, han producido un “temporal” aislamiento de la capital vecina que no tiene vías operativas para enlazar con ningún sitio, quedando el bus como lanzadera obligatoria para opciones como el apeadero de Antequera. En definitiva, hasta que se resuelva el problema en Granada seguiremos padeciendo las consecuencias de este disparate.
En Almería surgen varios problemas que se pretenden resolver con soluciones que sugieren nuevas preguntas. La primera de ellas es si alguien sabe si el tren va a llegar hasta el centro o se quedará en las afueras. Si se pretende solucionar el paso a nivel de El Puche con un soterramiento de la vía, esto implicaría que se mantendrá el actual trazado y habrá que pensar que el soterramiento progresará hasta la actual estación; de otra manera no se entendería hacer una costosa obra y luego optar por llevar la estación terminal a las afueras. Sale más barato hacer la estación el Sector 20 y quedaría eliminado el problema del paso a nivel, el soterramiento, la conexión con el puerto, la amenaza del mineral… O sea, una solución radical que acabaría con polémicas e interminables alternativas que nunca acaban de cuajar.
Tenemos dos opciones: lo práctico o lo romántico. Sin duda, contar con la llegada del tren soterrado hasta la vieja estación es deseable, pero colisiona con la realidad de la disponibilidad económica. Por tanto, es necesario hablar claro y decir qué se va a hacer para evitar especulaciones y alcanzar una solución rápida y práctica. A estas alturas, con la experiencia acumulada, nadie va a extrañarse por las oportunidades perdidas; ya estamos acostumbrados.
En cualquier caso, Almería necesita una opción ferroviaria de altas prestaciones para desarrollar su potencial comercial y turístico que permanece atenazado por las continuas indecisiones y reiteradas frustraciones.
Ahora se despliega el abanico de nuevas promesas e “inminentes” proyectos de mejora. También tenemos la recomendación de Adif para posible uso de la estación que, según orienta el propietario, podría convertirse en un remedo de la Estación Gastronómica de Valladolid. Una especie de festival de las franquicias y crisol de gastrobares que demuestra el desconocimiento del gestor de Adif sobre la distribución de espacios y la riqueza arquitectónica de la estación de Almería, que dista mucho de la reconvertida estación pucelana.
Hemos pasado del ampuloso proyecto de Leira y Bustinduy (lago susceptible de naumaquias y elevados edificios singulares) a un prosaico lo-que-sea, con lo que se tenga, ¡pero ya! No en vano es un buen lema de los legendarios templarios: Haz lo que puedas, con lo que tengas, allá donde estés… pero siempre llévanos a la gloria. Entiéndase lo de gloria como éxito o, en algunos casos, como premiado destino tras una larga vida consumida en espera y lamento.
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