La Historia, cuando se remanse todo este torbellino, será, es de temer, bastante inclemente. La crónica de dos jornadas trepidantes es cansina, más allá de otros calificativos más bien peyorativos. Porque, dirán quienes historien este desastre, aquel miércoles, 27 de abril de 2016, la palabra más repetida en los titulares -grandes titulares- de los periódicos era: “Fracaso”. Una sensación de desaliento se había extendido por todo el país. La jornada anterior, en la que el Rey había repetido las consultas con los representantes políticos, había sido casi de aurora boreal, antes de que el día concluyese con el efímero presidente del Congreso, Patxi López, informando desde el Congreso de los Diputados de que no había acuerdo alguno que permitiese una investidura. La Zarzuela, donde se había podido ver a un Felipe VI profundamente abatido por lo ocurrido en los últimos cuatro meses y cinco días, certificaba lo mismo: había que repetir elecciones el 26 de junio.
El día 26 de abril, cuando el Rey tenía previsto recibir a los más importantes dirigentes políticos, apenas para constatar que no habían podido llegar a un acuerdo para una investidura, había amanecido con los augurios de lo inevitable. Aunque, como siempre ocurre en este país nuestro, había quien aún seguía aferrándose a la posibilidad de una sorpresa, un ‘tamayazo’. Un salto a lo Puigdemont, algo imprevisto. La ‘sorpresa’, la pirueta o la ‘charlotada’ (así lo calificaron algunos) saltó a las nueve de la mañana: Joan Baldoví, el representante de Compromís en el Congreso, compareció con los otros tres diputados de la formación para anunciar que presentarían al Rey un proyecto de ‘programa’ de treinta puntos, un intento de formar, el último día posible, un acuerdo con el PSOE, Podemos, el PNV, las Mareas, el partido de Ada Colau y la abstención de Ciudadanos (que quedaba excluido de este proyecto de Gobierno ´a la valenciana´), para llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa en un ‘Gobierno de progreso’ .
El ‘programa’, redactado apresuradamente la noche anterior, tenía apenas tres folios y había sido bautizado como el ‘pacto de El Pardo’. La denominación era lo más original que aportaba aquella chapuza, que es la calificación que sugirió Albert Rivera cuando, tras haberse entrevistado con el jefe del Estado, los periodistas le preguntaron por lo aportado hacía un par de horas por Compromís: esos tres folios, para formar un Gobierno de seis partidos para cuatro años, era algo que no merecía ni comentario, dijo un desdeñoso líder de Ciudadanos. Desde ese momento, el intento ‘in extremis’ estaba, claro, condenado al fracaso.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/105369/una-historia-quiza-condenada-a-repetirse
Temas relacionados
-
Congreso de los Diputados
-
Elecciones
-
Política
-
Monarquía
-
PNV
-
Pedro Sánchez
-
PSOE
-
Felipe VI
-
Fernando Jáuregui
-
Carles Puigdemont