Cuando se alcanzan los cuarenta la mayoría de ciudadanos percibe que llega a una etapa crítica porque tiene la sensación de que ha cruzado el ecuador de su itinerario vital. Es el momento, entonces, de caminar por nuevas rutas que para unos se transforman en un atajo para la felicidad y para otros en una senda sin salida para esa dicha anhelada. Los diferentes estudios que hay sobre el grado de satisfacción de los ciudadanos en cada periodo de la vida arrojan un resultado inequívoco: el peor de todos es el de los cuarenta porque es la etapa en la que los humanos se declaran más infelices. Muchas personas que hoy cumplen los cuarenta recibirán el pensamiento de que es el primer día de la segunda parte de su vida; esta percepción conllevará de manera inevitable, cuando menos, al desasosiego, a una cierta inquietud e, incluso, incertidumbre, porque es a partir de ahora cuando se meditará más sobre el futuro y la condición efímera de la vida. También es cierto que como contrapartida se abren nuevas y esperanzadas puertas. Es el momento clave de la vida para aplicar cuantos cambios nos demande el cuerpo y el alma. Es el punto decisivo para hacer mudanza, de ciudad o de empleo y tal vez para cambiar de pareja. Todo ello porque el calendario existencial nos lleva a otear el horizonte para imaginar cuáles serán los posibles escenarios de nuestro futuro. El instante es delicado y sensible. Que se lo pregunten a Nicole Kidman, que celebró la despedida de los 39 para no hacer lo propio con la llegada de los 40, y cuando bebía y vivía la botella de la cuarentena se sintió hundida porque rechazaron su interpretación en el papel de Heidi Fleiss con el dudoso argumento de que contaba demasiados almanaques para suplantar el papel de la madame de Hollywood. Y es que cuando se ha cruzado el rubicón de las cuatro décadas los hombres experimentan una cierta transformación, se vuelven como los crucigramas de los grandes periódicos: tramposos y complejos, de manera que nunca sabes si la respuesta que dan es la correcta. En cambio, a las mujeres con cuarenta, que, por otra parte, suelen estar estupendas, les sucede como esos pasatiempos de búsqueda de errores: que aparentan ser fáciles de resolver, pero te atrancan en lo más visible. Nada nuevo, por otra parte, sino reflexiones y dudas a los cuarenta.
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