Mariano Rajoy ha vuelto a ganar. Puede que sea el triunfo más importante de su dilatada carrera. Una victoria de largo alcance, con decisivas consecuencias en la morfología política del país. El Partido Alfa –vuelve a ser pertinente nombrar al Partido Popular como fuerza alfa– podría convertirse, ahora sí, en la corriente dominante para un largo periodo de tiempo, asistido estructuralmente por un pequeño partido liberalcentralista (Ciudadanos) y un Partido Socialista demediado, fuerte en los distritos agrarios del Sur y todavía capaz de articular un significativo sector del funcionariado progresista. Partido Alfa para un dilatado ciclo político, frente a una izquierda irremediablemente fracturada. Partido Conservador. Partido del Orden. El Partido Nacional, directamente conectado con el Directorio Europeo. Catalunya –me voy, no me voy–, convertida en la tensión crónica que España puede soportar durante mucho tiempo, aunque algunos catalanes no lo crean. Catalunya, tensión insomne y agotadora que realimenta al Partido Alfa y se convierte en su principal seguro de vida. El hombre impasible de Pontevedra conseguiría así su más refinada victoria: llevar a cabo el proyecto de Aznar, sin Aznar.
Mariano Rajoy ha ganado. Puede que la victoria, sin embargo, sea pírrica. Corta y sombría. Vuelve a haber nubarrones en el horizonte económico, y los actuales gestores del PSOE tendrán enormes dificultades para sumarse a una política de Alianza Nacional (oposición vistosa de día, acuerdos estratégicos de noche). Pedro Sánchez ha sido apartado de la secretaría general, socialista, pero sigue con vida. Tiene muy poco que perder y va a dar la batalla. La renuncia al escaño aumenta su crédito ante los militantes. No es fácil que Sánchez gane las primarias, sus adversarios harán todo lo posible por impedirlo, pero los próximos meses serán terribles en el interior del PSOE. Podemos acabará cortejando al ala izquierda socialista con la ayuda de los sindicatos, principalmente Comisiones Obreras. No hay que descartar una convocatoria de huelga general en el próximo año.
La legislatura arrancará con mucha inestabilidad y el recurso a las elecciones anticipadas siempre tiene riesgo. El Partido Popular puede seguir instalado en la senda del desgaste. Frente a la tesis del Partido Alfa casi imbatible, hay analistas que lo ven de otra manera. Acostumbrado a remar contracorriente, el sociólogo valenciano Jaime Miquel, el analista que pronosticó la gran ola de voto de protesta antes de que naciese Podemos, señala que el PP seguirá desgastándose y que la bolsa de voto contestatario puede alcanzar los seis millones de sufragios en los próximos tres años. Rajoy podría verse obligado a acelerar los planes de sucesión en medio de una permanente tormenta parlamentaria. Nadie es hoy dueño de su destino. Los años que se avecinan nos parecerán una eternidad.
Hipótesis A: el crecimiento estadístico de la economía se mantiene, los tipos de interés siguen congelados y el precio del petróleo no se dispara. Una ligera sensación de bonanza acaba permeando toda la sociedad, alcanal zando a los sectores más desfavorecidos. Las brechas abiertas por la crisis no se cierran, pero tampoco aumentan. Todas las tensiones se mantienen vivas, pero la bonanza difusa las atempera. El Partido Alfa logra ampliar su recinto con una paulatina renovación generacional, que Rajoy gradúa desde el poder. La Unión Europea se sobrepone al trauma del Brexit y, después de las elecciones federales en Alemania (otoño del 2017), recupera pulso y es capaz de dibujar un horizonte inteligible. El Partido Alfa se afianza como conductor español de la estrategia de estabilidad europea, asistido estratégicamente por Ciudadanos y la oposición colaboradora del PSOE de Susana Díaz. El conglomerado Podemos no logra superar el techo de los cinco millones de votos y empieza a tener serias dificultades para revalidar las alcaldías de las grandes ciudades, especialmente la de Madrid.
Hipótesis B: el mundo se complica (todavía más), suben los tipos de interés, el coste de la deuda se dispara y España recae en el interior de una Europa desnortada. Catalunya deja de ser una tensión soportable. La incertidumbre y la cuestión catalana obligan bloque institucional a cerrar filas para evitar el naufragio, el recurso a las elecciones anticipadas se convierte en una opción muy peligrosa, y Mariano Rajoy debe ceder el paso a otro presidente pactado con el PSOE y Ciudadanos para evitar males mayores.
Hipótesis C: las cosas no mejoran mucho, pero tampoco se estropean de manera catastrófica. Después de unos meses de incertidumbre, Rajoy ofrece a Ciudadanos la entrada en el gobierno, para conformar un bloque estable de 170 diputados, capaz de presionar eficazmente al PSOE en los grandes asuntos. Dos años o tres años de legislatura y relevo en la cúpula del Partido Alfa. Catalunya –me voy, no me voy–, gobernada por una mayoría parlamentaria de izquierda que esboza un nuevo pactismo bajo la retórica rupturista.
Mariano Rajoy resistirá, resistirá y resistirá. Resistir es vencer, el eterno karma español. Resistió en el 2008, cuando tenía a la mitad de los notables de su partido en contra. La gran embestida de la derecha madrileña contra un Rajoy provincial que no les gustaba. “¡Maricomplejines!”, gritaban en la Cope, la emisora de los obispos. José María Aznar, Esperanza Aguirre, Pedro J. Ramirez, Federico Jiménez Losantos y el cardenal Antonio María Rouco Varela le quisieron humillar, y resistió. Ganó en el 2011, tras el derrumbe de José Luis Rodríguez Zapatero en mayo del 2010. La crisis. Evitó la intervención de España porque esa era una decisión demasiado indigesta para el Bundestag alemán. Angela Merkel prefirió que la devaluación interna española se gestionase desde Madrid. Soportó la ducha apestosa del caso Bárcenas. “Luis, sé fuerte”. Ese SMS sobre el que Rajoy bromeó el jueves pasado en el Parlamento, ante Pablo Iglesias, dando una pasmosa muestra de seguridad en sí mismo. Y ha resistido los diez meses más corrosivos de la política española contemporánea, porque el PSOE no tenía un líder con cuajo y anclaje suficientes para gestionar la brecha generacional (Podemos) y la brecha territorial (Catalunya).
Empieza a surgir una leyenda Rajoy. Dejémonos de tópicos sobre los gallegos impasibles que suben y bajan escaleras. Rajoy ha ganado porque es resistente. Porque sabe lo que es el Estado. Porque conoce bien al Partido Alfa, la mayor maquinaria política que funciona en España desde hace veinte años. Porque es un profesional con estabilidad psicológica. Porque ama el Poder. Porque ambiciona el poder. Porque es hermético, el presidente más hermético que ha tenido España desde 1977. Y puesto que también es humano, porque tiene a su lado una persona que le apoya incondicionalmente, su esposa, Verónica Fernández. Es muy difícil salir con vida de la trituradora de Madrid sin tener al lado a alguien que, de verdad, te apoye.
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