En la Égloga IV de su libro Las Geórgicas, el poeta Virgilio aparece como si hubiera recobrado el don de profecía augurando que ha de venir una edad de oro. Signo claro de que se acercaba un cambio de ciclo es la paz para todos los humanos, metaforizado por el lobo que podrá convivir con el cordero y el hombre con su adversario . Algunos historiadores cristianos llegaron a decir que esta edad de oro preanunciada no era más que la cercanía del Hijo de Dios, que nacería en Belén en una noche memorable. Los que interpretan el tiempo desasistidos de la fe afirman que edad de oro exactamente no la hubo nunca, ni antes ni después. El imperio romano se hundió por razones naturales y el cristianismo tuvo sus dificultades para imponerse sociológicamente. Recordemos que nada más nacer el Hijo de María ya tuvo que exiliarse para ponerse a salvo de las apetencias criminales de Herodes. Es preferible , por tanto, abandonar la erudición y no hablar de momento de Edad de Oro. Traigo estas dos citas para enmarcar mejor el alejamiento laico que ahora rodea a la Navidad, pese al inmenso ruido colorista y alegre que estas fiestas suponen en todo el mundo. Un síntoma claro es la desaparición del villancico. No hace muchos años, las calles de las ciudades se iluminaban al tiempo que una música de corte popular y costumbrista ilustraba los diversos pasajes evangélicos. Parece haberse perdido la ingenuidad que mantenía letras como la que sigue: “ La Virgen lava pañales/ y los tiende en un romero/ y los pajaritos cantan/ y el agua se va riendo”. Hoy la humanidad es algo más complicada que todo eso. En buena parte la esperanza popular parece haberse trasladado a la lotería, es decir al dinero cada vez más difícil de compartir a pesar de las sofisticadas campañas. Más graves son las relaciones entre los pueblos. Es probable que siguiendo la costumbre conciliadora de otros años en algunos países en guerra, los combatientes declaren alguna tregua en honor de esa paz de la cual hablaron los ángeles, pero tan insignificante que apenas se ha de notar en los medios informativos. ¿Qué decir de los refugiados que peregrinan sin saber a qué puerta quedarse? ¿Les diremos que el premio es compartirlo? Ni el más inocente y crédulo va a tragarse que estamos a las puertas de la edad de oro entrevista por Virgilio. Muchos menos en la era de paz a los hombres de buena voluntad que comenzó hace dos mil años.
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