No es probable que la paz universal anunciada por los ángeles en Belén llegue este año, y tampoco que el año que viene, así que seamos realistas, ajustémonos a la realidad que tenemos y obremos en consecuencia.. Aprovechemos la tregua navideña. No se acabará el yihadismo que busca nuestra destrucción. No será el final de las guerras ni del hambre en el mundo. Morirán muchas almas inocentes. Los políticos nos seguirán mintiendo. Dirán que buscan nuestro bien cuando lo que buscan es su bien propio. No les importará que los refugiados caminen como sombras de otra galaxia por la Europa de los derechos humanos. Tampoco les importará (a los políticos me refiero) que se gaste en una noche el presupuesto de todo un año para la dependencia. Seguirán haciéndonos pagar los desmadres de autopistas malaconsejadas y bancos saqueados. Llamarán al robo generalizado interés por la ciudadanía. El mundo será estos días un ascua de luz, precisamente cuando hay tantas familias sin ella por no poder pagarla. Y habrá responsables de la tragedia del mundo diciéndonos que vamos mal, que hay que ser más inflexibles contra el enemigo. Contra todo este caos tenemos en compensación la posibilidad de una tregua. En algunos frentes cesarán las bombas de la muerte. Hasta es posible que los enemigos celebren la navidad con nosotros. Incluso el PP y el PSOE, con la colaboración incluso de Ciudadanos, quieren iluminar con luz eléctrica las pobres velas de algunas familias necesitadas. Todo sea porque es víspera de navidad y, ya ven, quedaría muy fea una cueva de Jesús a oscuras Hay alcaldes que están dispuestos a hacer por su pueblo de buey o de mula. Al fin y al cabo, porque que hubo hace dos mil años un Nacimiento, debemos celebrarlo como se merece. De la posible encarnación de un Dios queda cuando menos la alegría de los pastores. No se puede decir que se alegren mucho los poderosos de este mundo, pero al menos lo hacen los sencillos que no tienen dónde caerse muertos. La tregua nos invita a olvidar. No está mal... Es cierto que todo este jolgorio navideño lo mueve en parte el consumismo pero el simple, comercio no tendría, a mi modo ver, tirón suficiente como para llenar nuestras calles de gente que se abraza y se saluda. Algún vestigio entrañable de otro tiempo nos mueve a todos a regalarnos cosas deseándonos mutuamente felices fiestas.
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