Que no nos falte de ná

Pueblos costeros de la provincia de Alicante, donde hace pocas semanas todavía se bañaba la gente, han tenido que usar máquinas quitanieves tras el último temporal.
Aun así, hay quien se queja de imprevisión de las autoridades y de falta de medios de socorro. A mí, en cambio, me parece increíble la existencia y el mantenimiento de aparatos y dispositivos de uso excepcional. Pero, claro, siempre se puede tener más, aunque la relación precio/utilización pueda resultar astronómica.
Es la condición del ser humano y su reacción ante cualquier catástrofe. Si en una zona no sísmica se produce un terremoto, protestamos porque las casas no estén construidas para resistir los seísmos. Si alguien se ahoga en una playa al anochecer o con bandera roja, nos quejamos de que los socorristas no tengan jornadas de veinticuatro horas y sean más expeditivos. Si una ambulancia tarda en llegar, nos escandalizamos de que en cada centro de salud no haya varias dispuestas a salir de escape…
Por supuesto que podríamos tener todo eso y mucho más: torres de vigilancia forestal cada cincuenta metros, helicópteros de rescate para excursionistas alocados en la plaza de cada pueblo, construcciones anti tornados en todos los municipios…
Para atender a semejante dispendio, tendríamos que pagar los impuestos más altos del mundo y no nos quedaría dinero para la salud, la enseñanza, las pensiones, la dependencia, los subsidios… que hacen de nuestro país uno de los de mejor calidad sanitaria y mayores prestaciones sociales del mundo.
Pero, eso sí, por quejarnos, que no quede..