España, siendo un país democrático, tiene un terrorífico ranking mundial: es el segundo país en número de fosas comunes del mundo, siendo sólo superada por Camboya. Tenemos más de 2.000 fosas comunes y en doce años sólo se han abierto 332, con restos de 6.300 desaparecidos tras las ejecuciones de la guerra y la dictadura, a pesar que el 27 de Diciembre de 2007 entró en vigor la Ley de la Memoria Histórica, con la que se pretende reparar y reconocer a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo. La Asociación de la Memoria Histórica dice que el cálculo puede ser el doble. España es una sociedad que aún no ha cerrado cicatrices y en la que yacen más de 100.000 personas en las cunetas. Es una vergüenza que hay que reparar cuanto antes.
La ONU, a través del Consejo de Derechos Humanos, destaca los vacíos institucionales para conseguir la verdad y la justicia, y Amnistía Internacional denuncia la impunidad con la que la justicia trata los crímenes del franquismo. Hay parajes, como el Valle de los Caídos, que son un lugar de exaltación del franquismo y que difícilmente pueden jugar a favor de la paz y la reconciliación. Es un lugar siniestro, en el “skyline” de la sierra de Madrid, que se construyó con miles de presos políticos y hay exhumadas casi 34.000 personas, pero aún así estremece ver que se le siguen llevando flores al dictador. En los Centros Educativos no se enseñan los abusos y violencia de su atroz régimen. Hay falta de información y de acceso a los documentos: el borrón y cuenta nueva no sirven. Hay que conocer para no repetir. Decía Antígona en la mitología griega: “Enterrar a tus muertos es una ley no escrita”.
Ahora es el 80 Aniversario de la mayor tragedia de la Guerra Civil, silenciada políticamente, y que se conoce como “La Desbandá”. El 7 de Febrero de 1937 unas 50.000 personas, la mayoría mujeres e infancia, huyen con casi lo puesto de la ciudad de Málaga hacia Almería recorriendo en pánico unos doscientos kilómetros de carretera entre montañas y acantilados. Se le conoce también como la carretera de la muerte. Fue una auténtica matanza, asesinaron entre 5.000 y 10.000 personas, algunas fuentes dicen que muchas más. “Fue el mayor éxodo de seres humanos de la historia de Europa hasta que llegó la guerra de los Balcanes para batir el triste récord”, cuentan en el documental “Pantalones a la luna: La Desbandá” de la directora Paula García-Pozuelo. Se estima que unos 5.000 menores de 10 años llegaron solos, de los 150.000 ciudadanos y ciudadanas que llegaron en total a Almería. La crueldad de las tropas franquistas, apoyadas por los italianos y los alemanes, no tiene igual: bombardearon y ametrallaron a los civiles por la carretera por mar y aire. Cuerpos despedazados eran lo que se iban encontrando en el paisaje desolador: sólo les quedaba tirarse al suelo para protegerse. Tropezaban con los muertos. Solo querían correr y salir de la carretera. Los masacraron. Sembraron el terror desde el mar y el cielo sin escapatoria. Un crimen contra la Humanidad con violencia sobre la población civil. La prensa de la época no cuenta lo que ocurrió. No se hablaba por miedo, y se silenció de manera consciente por vergüenza en el olvido. Se oculta, se niega el genocidio. Prohibieron llorar a los muertos. A los que huyeron se les estigmatizó y a muchos los fusilaron. A los y las supervivientes aún les cuesta contar lo que ocurrió y ¿cuántos de nosotros y nosotras conocemos qué pasó? ¿Hemos oído hablar de “La Desbandá”? ¿Este año, hace dos? ¿Nos lo enseñaron en la Escuela? No es posible pagar este daño, pero sí que podemos pasar página no olvidando. Dice Juan Gelman. “Lo contrario del olvido no es la memoria sino la verdad”. Gracias a todos y todas los que lucháis por no olvidar para reparar las heridas que no se han curado.
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