Se llama Jorge, tiene veintiséis años, nació en esta hermosa tierra llamada Almería. Estudio como cientos de chavales en la escuela de hostelería con el amigo Vique, trabajó en un hotel de Vera y buscó otros mundos culinarios en el norte. ¡Ha vuelto a casa! ¡Bienvenido, Jorge! No sabe las horas que trabaja al día, todas las que éste tiene y aún le faltan por culpa de sus tres grandes pasiones: la cocina, los caballos y sus perros. Esas tres pasiones le han atado desde julio del año pasado a un resort restaurante en uno de esos enclaves que tiene nuestro parque natural: Rodalquilar. Entre el oro de sus entrañas y la luz de un cielo que parece pintado sólo y exclusivamente para estas tierras rojas, para sus suaves laderas y sus agrestes playas. Jorge Andújar se reconoce y se siente por encima de cualquier otra cosa cocinero, ha trabajado en el norte de España con estrellas Michelín y sabe que él, algún día, tendrá una de esas ansiadas estrellas sobre su cocina. Tiene una gran ventaja, es un hombre amable, nada pretencioso en el hablar de sus viandas y ha hecho de la paciencia un arte para sus platos.
No deja de ser una alegría que se recuperen almerienses dispuestos a apostar por nuestra provincia, por darle carácter y categoría, en este caso gastronómico. Decimos siempre que se nos van los mejores paisanos, que no somos capaces de mantenerlos, alegrémonos, uno ha vuelto a casa dispuesto a quedarse y les puedo decir que tiene arte, manos y ganas para ser una nueva estrella Michelín en el panorama provincial. Fue una suerte y una alegría conocer Oro y Luz y que Jorge nos diera de comer.
El día habría sido completo si no se me hubiera ocurrido dar una vuelta y ver las ruinas de las casas de los mineros. Han pasado años y ahí están, derruidas sus paredes, caídos sus techos, abandonados sus escombros. Si a algún ciudadano se le ocurriera una barbaridad tal, los caballeros inquisidores de medioambiente le habrían frito a multas, y no en los fogones de Jorge en ‘Oro y Luz’, pero como son ellos los responsables ahí está para demostrar lo inútiles que llegan a ser los políticos que nos gobiernan. La imagen es de tercer mundo, mucho se preocupan de que los vecinos no la ensucien, pero al ser de ellos, ciegos parecen, sordos se hacen, cipotes con y sin capirote son. ¡Qué pena!
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