Que nos hemos dejado caer por una espiral de desagrado y fastidio, eso nadie ya lo puede dudar. Me refiero al modo en que se procesa o analiza la actualidad informativa almeriense para su posterior traslado a los medios de comunicación. No sé hasta qué punto habrá pesado en esa degeneración la presencia ominosa y condicionante del vértigo digital y las redes sociales, pero intuyo que su contribución en algunos casos es determinante. Si lo piensan, buena parte de la información publicada se basa en capturas fragmentadas de situaciones concretas que, descontextualizadas y emulsionadas por el efecto de las redes sociales, alcanzan dimensiones burbujeantes que ocupan y desocupan espacios de privilegio con enorme rapidez. Veo ahora que se llama la atención mediática sobre la frase que el concejal del PP Juanjo Alonso pronunció en el último Pleno en el que, respondiendo a una pregunta sobre el exceso de apagones en Pescadería, dijo lo que todos saben: que eso es debido a que hay vecinos que alumbran sus plantaciones de marihuana con enganches eléctricos ilegales. En su respuesta, Alonso añadió que la Policía tenía prevista una actuación inminente en ese sentido, sin precisar fecha. Ha bastado eso para organizar una verbena declarativa de lo más florido, con gente poniéndose muy seria y fingiendo escándalo. Allá ellas y ellos. Qué diferentes estos tiempos con los que uno vivió como reportero municipal, en los que saludábamos con jovialidad considerables meteduras de pata -olvidadas ya por todos- como cuando un concejal de seguridad del PP anunció la adquisición de un coche-radar para poner multas, detallando su modelo, color y matrícula, o cuando otro en el mismo cargo, pero del PSOE, abandonó precipitadamente una rueda de prensa al sonarle el móvil (no había aún guasaps) explicando a los periodista que se iba porque le acababan de anunciar un aviso de bomba (que luego no fue tal) en el aeropuerto. Aquello sirvió para hacer risas y poco más. Malos tiempos, los de ahora, para la lírica.
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