Último aviso, last call, dernier appel. En estas horas de un fin de semana tan atípico como deplorable, el eco de los altavoces que piden cordura no procede de ningún aeropuerto, ni siquiera El Prat. Ni se refieren a ningún vuelo, como no sea el viaje suicida de unos fanáticos. No. Estos llamamientos provienen de dos de los más respetables órganos europeos. Para uno de ellos, el referéndum en Cataluña no sirve ‘para nada’. Para otro, ‘es malo para España y para Europa’.
El número de fin de semana del diario Le Monde parece casi un monográfico sobre el referéndum catalán. Lleva varias informaciones y crónicas, incluyendo un conmovedor titular a toda su primera plana: ‘España inquieta, Cataluña desgarrada’. Y artículos de Javier Cercas (‘El independentismo catalán es un populismo’) y del ministro Alfonso Dastis (‘Cataluña debe respetar la legalidad’).
Pero es en el editorial donde Le Monde vuelca toda su historia de brújula intelectual europea desde la II Guerra Mundial. Se titula ‘En Cataluña, un referéndum para nada’. El texto tiene la severidad del momento: ‘España está al borde de una de las crisis políticas más graves que ha conocido el país desde hace mucho tiempo’. Y no sólo para España: lo que está ocurriendo ‘concierne al conjunto de la Unión Europea’.
El criterio de Le Monde se plasma en este párrafo: ‘El Gobierno de Madrid tiene todo el derecho a declarar ilegal esta votación. Todos los tribunales constitucionales del país así lo han considerado. Es contrario a la Constitución democrática de 1978, aprobada casi por unanimidad por los catalanes. Tres cuartos de los parlamentarios nacionales en las Cortes, de la izquierda o de la derecha, se han opuesto a él’.
Al evocar los caso de Quebec y de Escocia, Le Monde sigue igual de claro: ‘Lo mismo que se toma nota del deseo de un número de catalanes de tener más reconocida su singularidad, también se comprende el de Madrid de hacer respetar la ley’. Y al recordar que todo el embrollo se produce justo después de una diabólica crisis económica, afirma: ‘El referéndum no servirá para gran cosa; desestabiliza un país en plena recuperación, y no será reconocido ni por Madrid no por las otras capitales de la Unión Europea’.
Como si se hubieran puesto de acuerdo las redacciones en París y en Londres, casi donde termina Le Monde empieza el editorial de Financial Times: ‘El secesionismo catalán es malo para España y para Europa’. Inserta el referéndum y sus consecuencias en la lista de los grandes acontecimientos que marcan la Europa de hoy mismo, junto a la precaria reelección de Angela Merkel en Alemania y el programa europeo de Emmanuel Macron en Francia. Y dice: ‘Algunos aspectos de estos acontecimientos son buenos augurios para Europa; otros no, especialmente el separatismo catalán’.
‘El referéndum en Cataluña carece de validez legal y de legitimidad política’, proclama FT. También critica la actitud de Rajoy con su respuesta ‘torpe’, ‘indolente’ y ‘sin imaginación’ que ‘ha alienado innecesariamente a muchos catalanes’. Todo esto se podía haber evitado tras el fallo del TC en 2010, porque desde entonces ‘Madrid dejó pasar varias oportunidades para negociar’. Pero no menciona que los soberanistas han preferido un atajo ilegal antes de ir por la vía correcta, como sería proponer la reforma de la Constitución.
FT vuelve en seguida su dedo acusador a los secesionistas: ‘Nade de esto convierte al Estado español en el ogro tiránico que habita en las fantasías de los separatistas catalanes’. Y sigue: ‘A decir verdad, los separatistas están llevando adelante una agenda radical que divide profundamente a la sociedad catalana’.
En estas condiciones, concluye FT el editorial en una frase contundente, ‘Rajoy tiene el derecho, y de hecho tiene el deber más absoluto, de hacer cumplir la ley’.
Tanto Le Monde como FT termina sus editoriales con la misma conclusión: abogan por la ‘solución política’. Para el diario parisiense, eso pasa por volver atrás, al Estatuto de 2006 del que el TC echó abajo unos cuantos artículos. Para el diario de la City, Madrid y las autoridades catalanas deben iniciar un nuevo diálogo en algún momento, pero debe ser sobre la base del respeto a la ley’. Mientras, Rajoy haría bien en actuar ‘con moderación estos próximos días para no hacer el juego a los secesionistas y crear un listado de mártires’.
¿Y los separatistas, qué? Ellos también deben atenerse al imperio de la ley, un principio que los separatistas ‘tratan de manera flagrantemente arbitraria’. Y que no espere el Govern ayuda de fuera, porque como dice el mismo FT en una crónica de Michael Stothard y Mehreen Khaan, ‘la UE hace oídos sordos’ a unos gobernantes secesionistas empeñados en saltarse el Estado de Derecho: ‘La Constitución de 1978 dice que España es indivisible’.
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