De aquel “como somos mayoría, los queremos de Almería” que respondieron los almerienses residentes en Cataluña a la campaña de Jordi Pujol pidiendo obispos catalanes hasta la atrabiliaria declaración de independencia de la república catalana, el viernes a las 15’27, han pasado 51 años.
El jueves y el viernes, mientras vivía pegado a la televisión, me acordé de Kavafis: “ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros”. Y cuando llegaron, con Artur Mas esperándolos en un palco, hicieron la barbaridad de votar la independencia de Cataluña, su constitución en república.
Y, todo, en votación secreta, innoble y cobarde: no sabemos, siquiera, qué votó Puigdemont. Decía Pascal: la valentía no puede exigirse, mas la cobardía no puede perdonarse, pero ellos se cobijaron en el anonimato para no ser identificables y eludir las consecuencias penales y patrimoniales de su felonía, según la legislación española.
Ganaron la votación –ausente la oposición- para perder a Cataluña, para llevarla a su perdición durante un tiempo. Y todo, ante el mutismo despreciante y despreciable de Puigdemont. Les faltó la “chulería” del condenado a muerte que, ya ante el pelotón de fusilamiento, le dice a quien lo manda: “quería advertirle de que el tercer fusil, empezando por la derecha, tiene un taco en el cañón y puede ocurrir una desgracia”. ¡Ay, Berlanga, ay Mariano Ozores, ay, Valle Inclán...! No es de extrañar, en absoluto, que el disfraz de Puigdemont sea el más demandado para Halloween. ¡Pobre y querida Cataluña, en qué manos ha estado!
Y, claro, me acordé también de Oscar Wilde: “se puede admitir la fuerza bruta, pero la razón bruta es inadmisible”. Y la conducta de los secesionistas republicanos ha sido, desde hace mucho tiempo, razón bruta. ¿Habría que exigirles un test psicotécnico a quienes se dedican a ese oficio, tan por los suelos?
Pasarán, tal vez, generaciones antes de que Cataluña pueda plantearse en serio su independencia.
Y me acordé también de Sunzi: “un ejército perdedor es como una onza frente a un quintal. En el caso de que el desequilibrio sea insalvable, debes ser capaz de retirarte”
Y hubo un momento, el jueves por la mañana, en que pareció que a Puigdemont le había llegado un tuit del sabio chino. Pero se le adelantó la calle gritándole traidor. Y los anarquistas antisistema -CUP, ANC, Omnium, convocados al Palacio- le pusieron los huevos de corbata y, fallido su chantaje de la impunidad al Gobierno, se acojonó e hizo lo único que sabe: desdecirse, y pasar la responsabilidad al Parlamento. Fue muy triste la mediación de Urkullu y de Iceta para pedirle al Gobierno que se humillase y diera lo que no podía dar, pues corresponde al poder judicial, y pasteleando la retirada del 155 si el orate acojonado convocaba elecciones.
Y, casi en fin, me acordé también de Maquiavelo: el primer mandamiento de un político es ser realista, conocer las circunstancias y adaptarse a ellas... Razón equivale a virtud.
Estos majarones han vivido en un país irreal, como un puzzle al que cada día se le han caído las muchísimas piezas que todos conocemos. Como el loco Segismundo, “sueña el Rey que es rey, y vive / con este engaño mandando, / disponiendo, gobernando”.
... Y Rajoy, además de cesar a Puigdemont y su Gobierno, y de disolver el Parlamento, con tres años de retraso desde el 9-N, ha convocado elecciones para el 21 de diciembre.
El domingo pasado escribí que “unas Elecciones precipitadas, por más que las deseen el ambiguo y secretista Iceta y la ambiciosa Arrimadas, podrían agravar el problema, pues tardará aún tiempo en calmarse la tempestad, que va a arreciar.” El PP, con García Albiol, parece que tiene ya todo el pescado vendido. ¡Pobre PP catalán!
No me ganaría la vida como adivino, pero me parece un error homérico esa precipitación: van a ser unas elecciones polarizadas con una campaña electoral imposible. Y, además, si de lo que se trata es de administrar –como si de una empresa se tratara- habría que haberle dado tiempo a los administradores para reflotar la empresa.
Y, ¿se presentarán los republicanos catalanes a unas elecciones convocadas por España; repetirán, pues no habrá sentencias firmes de inhabilitación...? ¿Se marcharán del Congreso de los Diputados y del Senado los parlamentarios extranjeros de la república independiente? Parece que sí. ¡Viva la honestidad coherente!
En función de las barbaridades vividas, debería haber vencedores –los constitucionalistas, el Estado español- y vencidos: los independentistas rebeldes, a disposición de la justicia.
Hemos descubierto que el Senado, como Teruel, también existe.
Me preocupa la manifestación de hoy.
... Y se ha muerto Pinito del Oro.
Y el rey, ¿mudo?
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