Situación de ansiedad

Enrique Arias Vega
23:25 • 11 nov. 2017

Todos los canales de televisión aumentaron su audiencia el último mes. Y se han puesto contentísimos por ello, como si el mérito fuera suyo y no del grado de interés (y preocupación) de los ciudadanos por los sucesos de Cataluña.
El español medio, más pendiente en los últimos años de la economía, el paro, la corrupción y otros variados dislates patrios, ha permanecido ignorante hasta ahora mismo, como quien dice, de que el país estaba a punto de trocearse. Y, claro: de ahí su súbita y acelerada inquietud.
Pero dos meses consecutivos de cotidiana desazón y de desasosiego acaban por alterar a cualquiera. Y ya hay ciudadanos, me dicen, que han puesto sordina a tanto informativo de televisión que eleva a voz en grito la excitación y el nerviosismo del personal. Esos ciudadanos, al parecer, han vuelto a refugiarse en la prensa escrita, que permite, mucho más calmada, la reflexión y el análisis de lo que está ocurriendo, al margen, también, de los insultos de uno y otro signo que inundan las redes sociales. Con todo ello, sin embargo, lo que único hemos conseguido es estar sobreexcitados. Un amigo psicólogo me recuerda que hay puntas de angustia y zozobra del personal en momentos concretos (situación de paro o ruptura sentimental, por ejemplo) o ante fenómenos colectivos (crisis económica, atentados terroristas…), pero que ahora la matraca informativa es tal y tan continuada que la única manera de combatirla muchas veces consiste en apagar el televisor o el aparato de radio.
Nadie sabe cómo acabará la crisis actual o cualquiera otra de las que nos sobrevengan; en cualquier caso, lo único seguro es que el estrés y sobreexcitación que está produciendo acabará por pasar factura personal a muchos conciudadanos. 







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