El profesor Ciruela

Antonio Felipe Rubio
23:03 • 07 dic. 2017

En la última sesión plenaria, el portavoz del Grupo Socialista, Pérez Navas, presentó una moción para exigir a Adif una modificación del proyecto de soterramiento y eliminación del paso a nivel de El Puche. Esta iniciativa, que no deja de ser una encomienda de la Mesa del Tren, encontró eco político y resonancia mediática al contar con el apoyo unánime de toda la oposición y el solitario voto negativo del Partido Popular. 
Es el típico ejercicio de obligar a “retratarse” a un grupo político que tiene la obligación de hacer las cosas con mesura, frente a las desmesuradas propuestas que desatienden costes económicos adicionales y modificaciones que obligan a nuevos retrasos. Siempre que se proponga algo mejor en apariencia nadie vería inconveniente, salvo que se analice en profundidad lo que podría resultar un desatino. Evidentemente, nadie rechazaría que, mientras le hacen la obra en su casa, el constructor le facilite a la familia la estancia gratuita y pensión completa en un cinco estrellas; eso sí, sin coste alguno para nadie (¿…?). 
Supongo que los grupos que se aprestaron a apoyar la encomienda de la Mesa del Ferrocarril no habrán profundizado en los aspectos técnicos para dirimir la conveniencia del pretendido bypass. Me inclino por otro aspecto más simple. La propuesta viene de la Mesa del Tren que aglutina a varios foros y asociaciones a las que ya hemos prestado nuestro indisimulado apoyo, hemos realizado varias “romerías” ferroviarias y misiones conjuntas… Por tanto, qué necesidad tenemos de enemistarnos con este grupo que tiene cierto predicamento social. Además, llevarles la contraria nos supondría tener unos activistas cabreados por un voto desaprobatorio de sus ocurrencias. Incluso, lo que se pide en el Pleno -aunque puede perjudicar en costes y retrasos- siempre será bien visto por la gente poco informada como una presunta mejora de la que somos partícipes benefactores… así que se vota a favor y quedamos como un San Luis.
En el Ayuntamiento de Almería, a la vista de las circunstancias, tendría sentido aquel cartel de algunos bares: “Hoy hace un día estupendo, ya verás como viene alguien y lo jode”. Y es que para una vez que se ponen de acuerdo Adif (Gobierno central), Junta de Andalucía y Ayuntamiento para eliminar lo antes posible el peligroso y anacrónico paso a nivel de El Puche, cinco minutos antes de la licitación en el BOE se alinean las fuerzas de la avería social para pedir modificaciones del proyecto, un bypass… y oscuras sombras de sospecha sobre la continuidad de la actual estación de tren que nos “proporciona la capitalidad (sic)”. 
En el fondo, parece que hay quienes no soportan que se vaya a solucionar lo que lleva tantos años tentando la suerte y atentando contra la seguridad de miles de ciudadanos. Esto es como la gata Flora (si se la meten, chilla; si le sacan, llora). 
Ahora, cuando llega la inversión de 30 millones de euros y la inmediata ejecución de las obras, nos afanamos en sembrar dudas sobre la provisionalidad del traslado de la estación a Huércal de Almería, la solución más eficaz para terminar cuanto antes y sin más complicaciones.
En cualquier caso, no dudo de los conocimientos ferroviarios de la Mesa del Tren. Lo que me asombra es el desparpajo del portavoz socialista, Pérez Navas, ilustrando y arguyendo con pretendida certeza motivos y razones técnicas y económicas sobre el proyecto constructivo. Recuérdese, no sin estupefacción, que el citado edil fue autor de la peor ejecución de obras que conoce la reciente historia de Almería: el parking subterráneo de Obispo Orberá. Indeleble currículo para quien ahora pretende enmendar la plana a Adif y a todo el equipo técnico del Ministerio de Fomento. Ya saben aquello del profesor “Ciruela”, que no sabía escribir y puso escuela.


 







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