La reforma sin planos

Luis del Val
23:04 • 07 dic. 2017

Los políticos hablan de la reforma de la Constitución, como los cardiólogos del colesterol. Con frecuencia, persistencia y reincidencia. Pero nadie enseña los planos. Bueno, Pedro Sánchez, que no ha dicho una palabra sobre el problema de las pensiones -lo mismo que el Gobierno- ha mostrado un croquis, donde parece que lo importante es sacar el cadáver de Francisco Franco del Valle de los Caídos. 
Bueno, no es que sea el problema de la España del siglo XXI, pero un pedazo de croquis es un pedazo de croquis. Los demás hablan de la reforma, como si la palabra en sí fuera el bálsamo de Fierabrás, que todo lo cura.
Pero lo que me ha llamado la atención es el argumento de que, claro, hay ya dos generaciones que no votaron la Constitución. Caramba, si esto fuera una regla todos los países del mundo estarían cambiando y votando su Constitución, cada veinte años, cosa que está comprobado que no sucede.
Siguiendo ese guión, me pido la Reforma del Código Penal, porque gran parte de su contenido viene del Código de 1870, fecha en la que mis abuelos todavía no se habían hecho novios, y la última reforma es de 1995, y ya han pasado ¡22 años! O el Código de Comercio, que procede de finales del siglo XIX.
Antes de una reforma hay que saber qué es lo que se quiere reformar. Da lo mismo que sea la cocina, el cuarto de estar o la Constitución. 
Y es sospechosa tanta discreción en un asunto que tendrán que debatir las Cortes y que parece anunciar una falta de proyecto preocupante. Bueno, menos Pedro Sánchez, que quiere exhumar a Franco. Pero una reforma para esto, como dicen en Cuenca, es como para exclamar "¡Qué gordo se me hace el nabo!".







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