El permanente menosprecio a la Justicia

Una de nuestras costumbres más arraigadas es la de menospreciar sin límite a la Justicia, descrita siempre en el ideario popular como un ente tan abstracto como ineficaz, rodeado de sospechas en cuanto a la imparcialidad de sus veredictos y salpicado por todo tipo de dudas respecto de sus vinculaciones con el poder. Naturalmente, si esto fuera exactamente así, España sería un estado fallido y nuestra sociedad estaría enfangada en manejos de corte selvático y tribal y la injusticia más atroz reinaría sobre el caos nacional. Habrá lectores que tomen el último párrafo como un reflejo someramente descriptivo, pero sinceramente creo que tenemos ejemplos que demuestran que eso no es así. Salvo por justificadas quejas en cuanto a su rapidez, lo cierto es que la Justicia existe y funciona como respuesta al intento de asonada golpista de un grupo de lunáticos en Cataluña, del mismo modo que estamos viendo en el banquillo a responsables de diferente color político por presuntos casos de corrupción. A las conocidas y muy bien publicitadas operaciones contra los casos de aparente golferío en el Partido Popular, estamos viendo en el banquillo a nada menos que a dos presidentes socialistas de la Junta de Andalucía, a los que se les está preguntando por la red de saqueo que se instaló en el corazón de la Junta de Andalucía, con cientos de millones de euros contra el desempleo volatilizados. Y en Almería estamos viendo que los responsables del Patronato de Turismo durante el último mandato del PSOE están teniendo que dar explicaciones acerca de un buen número de facturas posiblemente falsas con las que puede que alguien camuflase gastos personales. Bien es cierto que aún tenemos pendiente el famoso Caso Poniente, del que sin duda también veremos portadas en el futuro. Podemos dudar de su rápido funcionamiento, pero no de la existencia de Justicia en España.