Baza, Guadix y las Alpujarras eran territorio del Zagal, Rey musulmán de Almería, cuando se aprobó las capitulaciones de nuestra ciudad a los Reyes Católicos, redactadas con fecha 10 de Diciembre de 1489. En el plazo de tres semanas, a contar del día 3 del citado mes de Diciembre, había de ser entregada la ciudad, tenida por inexpugnable. Según refieren los cronistas de la época, era el Zagal, último Rey musulmán, alto de talla, de pausado y señorial continente, grave en la mirada, proporcionado el cuerpo a su estatura; y, todo él, revelador de una impresionante dignidad.
Cuando se presentó en las tiendas del Rey Don Fernando que situáronse en las Ramblas inmediatas a Almería, cubriendo la extensión que ocupa actualmente el cementerio y dando vistas a la llamada Torre de Cárdenas, iba ataviado con un sencillo albornoz y turbante blanco, a la vieja usanza de los musulmanes principales de Almería. El resto de su indumentaria era todo de luto, lo que hacía resaltar más aún su palidez. Sobre el Rey musulmán de Almería, avezado al guerrear triunfador. Se reflejaba la aguda tristeza de esta determinación, desgraciado vencimiento que le abrumaba, sobrellevado con la paciencia islámica del sino decretado por Ála.
Iban acompañándole Reduan Venegas; el Príncipe Cidi Hiaya, que había firmado la capitulación, y doce jinetes más, que componían el séquito.
Salióles al encuentro Fernando V de Aragón. Dábale escolta, a su derecha, Don Alonso de Cárdenas, maestre de Santiago; a su izquierda, el Marqués de Cádiz, a quien habíansele rendido Vera y todos los pueblos del levante y sur.
La escena ha sido recogida por narraciones veraces. Pedro Mártir de Anglería, cronista de los Reyes Catolices, célebre historiador italiano que trajo a España el Conde de Tendilla, describe la llegada a Almería de los Católicos Reyes, con la autoridad de testigo presencial del acontecimiento.
Al aproximarse el Zagal y sus acompañantes al Rey Don Fernando, sirviéronse de intérpretes cristianos. Cuándo lo divisó el Rey Zagal, pugnó en apearse de su caballo para besar la mano al Católico Monarca. No lo permitió éste, y recriminó con dureza a Don Gutierre de Cárdenas, Comendador de León, así como a los restantes caballeros cristianos, por no haber dispensado al Rey Zagal, cuando se acercaba a su presencia, los debidos honores. Era muy grave descortesía “les dijo” rebajar a un Rey vencido ante otro Rey victorioso.
Don Fernando hizo que el Zagal montase a caballo, e invitóle a seguirle hasta su tienda el Católico Rey. Colocóse el Zagal a la derecha de Don Fernando, y ambos, juntamente, marcharon al aposentamiento regio.
Es la escena conocida de antiguo, en Almería, con el nombre del Humilladero, y que perpetúa una calle existente en las inmediaciones de la Rambla de Belén.
Preparóse en la tienda del Rey Don Fernando el banquete de paz.
Bajo un dosel, colocóse el Rey Católico, a la derecha del Rey Musulmán.
Quedaron en pié los caballeros. Servían a Don Fernando, en platos y copas de oro, el Conde de Tendilla y Marqués de Santillana, Don Iñigo López de Mendoza; y el de Cifuentes, Don Juan de Silva. Atendían al Rey Zagal, Don Alvaro de Bazán, padre del primer Marqués de Santa Ana, y Garcilaso de la Vega, capitán al servicio del Marqués de Cádiz, que comandaba las fuerzas ocupantes de la ciudad de Vera.
Concluido el banquete y ultimados los pormenores de la rendición de Almería, el Rey musulmán regresó a nuestra ciudad. Le acompañaron, hasta las mismas puertas de la muralla, el Marqués de Villena, don Gutierre de Cárdenas; el Conde de Cifuentes y Don Luis Portocarrero.
Al siguiente día, tomó posesión de la plaza y de sus fortalezas, el Comendador Don Gutierre de Cárdenas, que plantó los estandartes cristianos en los baluartes de las fortalezas; y, otro día después, hizo su entrada Don Fernando V de Aragón. Le escoltaban, a más de su séquito de nobles y guerreros, los alfaquíes y la principal nobleza árabe almeriense.
El Cronista del Rey, Pedro Martir de Anglería, como dejamos consignado, formaba parte de este acompañamiento que asistió a la Reconquista de nuestra ciudad.
La Reina Doña Isabel, que llegó retrasada según algunos historiadores, hizo su aparición por los cerros que rodean la Alcazaba. Venía sobre una mula. Vestía de blanco la Reina Doña Isabel y llegó acompañada por Don Pedro González de Mendoza, Cardenal de España, y su confesor, Hernando de Talavera, a quien encargósele después el Arzobispado de Granada.
Fueron purificadas las Mezquitas. En la de la Alcazaba díjose una Misa de Navidad. Y la Reina Doña Isabel, prendada del clima benigno de Almería, manifestó deseos de permanecer unos días en nuestra ciudad.
Para honrarla y complacerla, organizóse una famosa cacería, en la que participaron el Rey Musulmán y el Rey Cristiano, la Reina Isabel, y la Sultana Nayaira; la Infanta de Castilla y sus servidumbres de dueñas.
Celebrada en las inmediaciones de nuestra ciudad, es una sugestiva escena de montería que han perpetuado las crónicas de la época.
La Reconquista de Almería finalizó con un magnánimo concierto de paz y amistad entre Fernando V de Aragón y el Zagal, último Rey Musulmán de Almería, que puso de relieve la hidalguía castellana y la nobleza árabe, en una comprensión generosa para ahorrar más derramamientos de sangre y terminar con las guerras continuas que desolaban nuestra comarca y Reino de Almería.
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