Aunque solo hayan pasado ocho días desde las elecciones autonómicas catalanas, y con la Nochebuena y la Navidad de por medio, las piezas del complicado puzle catalán se han empezado a mover, porque los plazos están tasados y avanzan de forma inexorable. Uno de los puntos de polémica en los últimos días tiene como protagonista a la candidata del partido que tuvo más votos y escaños: Inés Arrimadas, cabeza de lista de Ciudadanos. El PP, el PSOE y hasta la patronal empresarial de Cataluña han exigido a la candidata naranja que hable con los partidos y que intente formar gobierno. Y esto a pesar de que todo el mundo sabe que los números no dan, porque la suma de los tres partidos constitucionalistas -Ciudadanos, populares y socialistas- es de 57 escaños, muy lejos de la mayoría absoluta.
Resulta un tanto chocante que sea precisamente el PP quien exija a Inés Arrimadas que no renuncie a someterse a la investidura, cuando no hace tanto tiempo fue el propio Rajoy el que tras ser el más votado en las elecciones generales de diciembre de 2015, declinó la propuesta del Rey Felipe VI de ir a la investidura, argumentando el mismo hecho que se da ahora en el caso de Arrimadas: que no tenía los apoyos suficientes. Pero aunque los números no den, pienso que la candidata de Ciudadanos sí debía dar un paso al frente. Por varios motivos: por un lado, es la primera vez que un partido constitucionalista gana unas elecciones autonómicas en Cataluña. En este sentido, la plataforma mediática que supone una sesión de investidura sería una magnífica oportunidad para explicar y exponer a la opinión pública cuál sería el proyecto político de una hipotética Presidenta de la Generalitat que cree que Cataluña forma parte de España, de la Europa del siglo XXI, y cómo se puede gobernar para todos los catalanes, independentistas o no. De paso, si Arrimadas se sometiera a la investidura obligaría a retratarse a partidos como el PSC o a la marca catalana de Podemos. En el caso del primero, han mostrado desde hace tiempo veleidades nacionalistas y en el segundo, una posición favorable al derecho a decidir. Arrimadas no sumará los suficientes apoyos para ser investida presidenta, pero no puede renunciar a llevar la iniciativa política, no dejando esta de forma exclusiva en manos de los independentistas.
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