Tristeza, pesar, dolor y hasta rabia contenida es lo que produce ver las imágenes desoladoras de nuestros invernaderos en el municipio de El Ejido. Mal regalo nos trajo el tiempo en el día de Reyes. El tiempo no trata demasiado bien a esta provincia que no solo se ve castigada por esa falta de lluvias, sino que ahora tenemos fenómenos meteorológicos más propios de tierras estadounidenses que de nuestro poniente almeriense.
Una gran masa de aire vino a asolar más de 200 hectáreas de invernaderos, según los datos que se viene barajando. Unos daños que están siendo estimados en unos 40 millones de euros. Unos testimonios que estremecen, porque no hablamos de números, hablamos de personas, familias que su vida dependía de esas estructuras agrícolas con las que la naturaleza se ha cebado. Y no son solo los propietarios directos de esos invernaderos, no, hablamos también de los trabajadores y las familias de ambos, que penden de ese trabajo. No referimos a esas producciones asoladas que ahora se han visto cercenadas en la posibilidad, no solo de recoger el fruto del trabajo de este año, sino de poder trabajar los siguientes. Estructuras que tienen que ser tiradas abajo en su totalidad y volverse a construir porque es imposible una restauración, pero que sin embargo se están pagando aun con el consiguiente préstamo que tuvo que suscribirse para poder ser levantada. Un panorama desolador unido a unas situaciones dramáticas para los propietarios y trabajadores de los invernaderos.
Tristemente llevamos todo el año hablando de la problemática del agua que sufren nuestros agricultores, de ese déficit hídrico que tiene nuestra provincia y por supuesto de la falta de compromiso y unanimidad de las distintas administraciones para abordarlo. Tanto el Gobierno central como la Junta se entregan más a la labor de discernir qué obras hidráulicas son competencia de cada ámbito, que en acometer las que son suyas, o en contribuir a las que tenga que llevar a cabo otra administración. Porque señores, se trata de resolver el problema real que tenemos en nuestra provincia, una provincia eminentemente agrícola y donde cobra más sentido aun si cabe la máxima de que “el agua es vida”. No debería ser tan difícil ponerse de acuerdo para mejorar las condiciones hídricas de nuestra provincia, teniendo en cuenta que nuestra producción agrícola lidera a nivel regional la venta internacional de productos agroalimentarios y supone el 40% del PIB provincial.
Precisamente por esos mismos motivos económicos de la importancia y valía de nuestra producción agrícola y la suma de la cuestión de mera sensibilidad con las situaciones dramáticas a la que se tienen que enfrentar los agricultores, los trabajadores del campo y las familias de ambos, es por lo que en esta cuestión, la de paliar los efectos del maldito tornado que asolo los invernaderos que encontró a su paso, se precisa con mayor énfasis de esa implicación de las administraciones.
Agilidad en la concreción de los daños y resolución rápida y eficaz de las medidas que se van a llevar a cabo tanto por Gobierno Central, Junta de Andalucia y Ayuntamiento de El Ejido, es lo que corresponde ahora a las distintos ámbitos administrativos.
Ante un desastre hay que responder, es así como se les demuestra la ayuda a nuestros agricultores, haciendo que recuperen la capacidad productiva cuanto antes. La visita a la zona afectada está bien, pero más se agradece aun agilidad y concreción en las ayudas que tengan que llegar, cuando al día siguiente no puedes trabajar porque la explotación ha volado, pero el préstamo tienes que seguir pagándolo y por supuesto….seguir viviendo y trabajando.
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