Castigo, maltrato y traición

“No necesitábamos diálogos. Teníamos rostros”. Norma Desmond, una mítica estrella del cine mudo, explicaba así su rechazo al cine sonoro en “Sunset Bulevard” (Billy Wilder 1950) después de contratar a un guionista buscavidas para que le escribiera una película que le devolviese al primer plano de la actualidad. La sobreactuación con la que los primeros actores suplían la falta de diálogos en el cine hace que sus películas aparezcan hoy cargadas de una gestualidad innecesaria que sitúa en el umbral de lo cómico a situaciones dramáticas. Y es que ya hace mucho que no es necesario recargar el catálogo de recursos escénicos para trasladar emociones. O al menos eso es lo que dicen los buenos actores. En la política, tampoco conviene desbordarse de gozos o de lamentos, porque la exageración es enemiga de la correcta transmisión de mensajes.

El socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en un mítin en Vistalegre en abril de 2007, recomendaba a los suyos “responder a cada exageración con una sonrisa”. Sonriamos pues y repasemos los términos en los que el secretario provincial del PSOE, José Luis Sánchez Teruel, ha calificado el avance de los Presupuestos Generales del Estado para este año en Almería: “Castigo, maltrato y traición”. Así, tal cual. Sólo le ha faltado agitar unas maracas para ambientar el bolerazo que podría salir con una letra en la que encajarían, como el cuchillo en una herida intercostal, la ansiedad, la angustia y las lágrimas negras. Es perfectamente comprensible que el máximo representante del partido de la oposición no sienta especial consideración por las cifras presentadas por los representantes del partido del gobierno, pero una cosa es explicar el rechazo que le producen y otra bien distinta bajar despacito por la escalera pidiendo un primer plano. En estos tiempos, los diálogos están por encima de los gestos y de los rostros. Sobre todo, de los rostros.