Nombrar es reconocer, alumbrar, dar luz. El nombre de José María Artero García es sinónimo de entusiasmo, jovialidad, agitador cultural, implicación, compromiso con la cultura y una vocación dual muy clara y distinta: Almería y los libros.
Artero descubrió como un zahorí las más recónditas aguas que alimentasen la cultura de su gente. Para JMAG, los libros fueron su vida y a ellos dedicó su esfuerzo, tiempo y recursos como editor, autor, lector y profesor, consiguiendo así motivar y emocionar a muchas generaciones de almerienses. Nadie como él tuvo un afán tan claro desde el principio. ¿Qué mejor nombre para una biblioteca que el de una persona cuya pasión fue promover, agitar y desarrollar la cultural local con miras a trascender las fronteras provinciales? No hay otro nombre más justo para una biblioteca en Almería, que el de José María Artero García.
Almerienses ilustres o personas vinculadas a esta tierra ha habido, hay y habrá muchas y muy válidas, sin embargo ninguno de ellos arraigó de manera tan poliédrica e integral en Almería como él, desde todas las perspectivas posibles. Toda su trayectoria profesional estuvo concentrada en Almería de manera absolutamente consciente, profunda y con una visión diáfana: trabajar siempre en favor de la promoción y difusión de la cultura almeriense.
Este año también se cumplen 400 años de la muerte de Cervantes, alguna vez a José María Artero se le atribuyó el apelativo de “Quijote”, en el buen sentido de la palabra: el de tener la valentía necesaria para luchar contra “los gigantes”. Necesitamos modelos así para inspirarnos y seguir construyendo mejores entornos, desarrollando así las potencialidades de nuestra gente y ciudad. Él siempre decía que Almería era su hobby.
Es el momento adecuado, si no reconocemos hoy el legado de las personas que en la segunda mitad del siglo XX trabajaron duro por su ciudad, se perderá para siempre, dentro de dos generaciones ya nadie podrá recordarlos, situémosle en el lugar que merece. José María Artero García, como Celia Viñas, merece que su legado no se pierda, forma parte de la memoria histórica de Almería. Cuántos de nosotros no sabrían quien fue Celia Viñas, Villaespesa o Nicolás Salmerón si no fuera por los centros que llevan su nombre.
Comparto esa dimensión afectiva y lúdica que Gabriel García Márquez atribuía a los libros como el mejor juguete para todas las personas de 5 a 100 años. Y por todo ello, por ser un “humanista inquieto” que desarrolló una actividad intelectual extraordinaria e inédita en Almería entre 1950 a 1990, entusiasta empedernido, trabajador incansable, admirado profesor, ameno, cercano e idealista convencido, la biblioteca provincial es el lugar idóneo para llevar su nombre.
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