Lo primero darle la enhorabuena por el nombramiento: director general. No está mal. Ya no se queda de “maestro de ceremonias”, ahora le va a tocar salir al salón y bailar, la pareja elegida no es nada fácil, la Memoria Histórica y todo lo que la rodea va a ser su gran asignatura política, suerte le deseamos, creo que la va a necesitar en dosis masivas. Algún amigo suyo me ha comentado, ante el nombramiento y sus futuros enfrentamientos con una parte de la sociedad, que a Fernando le va marcha. Es posible que así sea, pero estamos ante una cuestión que levanta los ánimos del personal, saca las viejas pasiones políticas y los íntimos recuerdos familiares de abuelos y abuelas casi olvidados. No es la Memoria Histórica un tema en el que se vaya a conseguir un fácil consenso entre la clase política, como tampoco entre la parte social. Contentar a una mitad del país, la que sea de las dos, va a suponer un enfrentamiento con la restante. Fernando debe ser consciente de que no va a recibir el aplauso de las dos partes. Una coraza va a necesitar ante lo que se le puede venir encima. Su nombre y su foto ya están apareciendo en los diarios nacionales, en pocos días será el almeriense más famoso del gobierno de Pedro Sánchez. En unos serán halagos y parabienes, en los otros no serán rosas y claveles lo que reciba. El sectarismo estará presente en las partes, triste y desgraciadamente. En su tiempo de alcalde Fernando Martínez ya sufrió una dura campaña en contra durante la feria del Mediterráneo motivada por incorporar el lunes de resaca como día de fiesta, suprimiendo el sábado de la Virgen del Mar como festivo, lo recordará, y no fue nada agradable la misma, llegó a ser visceral y afectarle en lo político, en lo personal y sin olvidar lo familiar. Cierto que entonces no tendría la piel tan curtida como la puede tener ahora tras los pasos de los años, aunque creo que ante algunos ataques políticos y personales como los que vemos cada día sobre las tierras de España nadie tiene la piel lo suficientemente preparada.
A uno le gustaría que les fuera bien a todos los almerienses que están en el poder, y que ello sirviera a los intereses de los que por aquí transitamos. Un ministro y tres directores generales, aunque dos de ellos, Consuelo y Fernando viven sobre la arenica negra de San Miguel.
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