El sentido de un periodismo cultural de autor, con análisis crítico de la realidad observada e interpretada, en La Voz de Almería, lo ha aportado durante muchos años Antonio Fernández Gil Kayros. Hace unos días Kayros ha anunciado su retirada del periodismo. Ya no habrá la cita diaria con su columna, “Té con limón”, una especie de isla en el periodismo crítico de opinión en Almería.
Durante la Transición, Kayros aporta un lenguaje incisivo y renovador, abordando la realidad social, política y cultural desde una perspectiva unitaria de la actualidad, a través de diversas columnas periodísticas. En 1976: “Noticias insolentes”, “Aquí, entre nosotros”, “La chispa de...”. En 1977 escribe “Viejas cosas nuevas”, “Nombres propios”, “Té con limón”. En 1980: “Notas de Arte”, “Apuntes de estrategia electoral”, “Crónicas de la vida cotidiana”. Algunas tuvieron vida efímera o periodicidad irregular; otras fueron puntuales por el contexto de la actualidad o sobre cuestiones culturales.
El análisis sobre la vida cultural almeriense lleva, muchas veces, a Kayros a desmenuzar las claves de una vida provinciana, estrecha y periférica.
Se traduce en sus reflexiones la necesidad de desmontar el tinglado de la cultura oficial. El periodista regresa una y otra vez, ante la opinión pública local, con las intenciones de desentrañar la identidad cultural almeriense desde postulados universales, sobre todo ante los grandes cambios en la Transición, en busca de una ruptura de la realidad cultural provinciana.
Poner al descubierto y desmantelar el panorama de una cultura establecida en la provincia sobre cimientos poco profundos y bajo la estrecha vigilancia del sistema, está muy presente en las distintas direcciones que Kayros aborda en sus diversos planteamientos.
La reflexión crítica de Kayros va a tener la principal repercusión cuando se sitúa frente al movimiento indaliano y sus símbolos: “... Leyendo la cantidad de tonterías que, a lo largo de cuarenta años, se han dicho sobre el Indalo, puedes morirte de un atracón..., hay opiniones para todos los gustos. Y lo trágico es que el Indalo, como signo no verbal, carece de contenido, no significa nada, depende de la interpretación negativa/positiva que se le quiera dar desde la ideología dominante”.
En los momentos finales de la Transición, la realidad cultural almeriense no es una excepción, cuando es secuestrada por la sociedad del ocio, construida a base de formalizar todo hecho creativo como un espectáculo. Y esta cuestión la analiza Kayros, en 1980 “La cultura está prisionera del consumo.... ¿Cuándo llegará la verdadera rebelión de las aulas?...”
La llegada del PSOE al Gobierno, en 1982 suscita en Kayros una reflexión con expectativa esperanzadora en la que el periodista no entra sólo en el análisis del hecho cultural y su influencia social, sino que lleva el centro de conformación del pensamiento crítico al tiempo que se vive,: “Si en algo se distingue el proyecto socialista, de los anteriores proyectos liberales y conservadores, es en la universalización de los bienes culturales desde el momento en que se producen hasta que llegan a los medios de masas, para goce y disfrute del mayor número de personas… En tal sentido, artistas y creadores, científicos difusores y trabajadores de la cultura en general saludamos el cambio como un rayo de esperanza. ‘Modificar el presente’ fue siempre una característica del pensamiento racional no fosilizado”.
Ya desvinculado del periódico, tras la privatización, mantiene la sección “Crónicas de la vida cotidiana”. Desde este trampolín mantiene su análisis, dominado por el desencanto (1985): “Hoy, con la transición de la democracia, la palabra clave es la trivialidad”.
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