Nos situamos en el Parque Natural de Cabo de Gata (concretamente entre La Fabriquilla y San José), lugar paradisíaco que, por un lado, sigue batiendo record de visitantes por su extraordinaria belleza y, por otro, de inmigrantes que luchan por sobrevivir.
Curiosa paradoja cuando en esta aguas de nuestra costa se cruzan, a diario, centenares de Kayaks disfrutando del deporte y del ocio propios de un país desarrollado y pateras que llegan a las playas y a las calas desesperados huyendo del hambre característica del “Cuarto Mundo Africano”.
Durante Julio y Agosto he navegado en ocasiones por el Cabo y he podido contemplar la riqueza y la miseria en un mismo día: embarcaciones abandonadas por los inmigrantes e incluso algunos llegando a las calas en malas condiciones intentando escapar aprovechando el relieve abrupto. Una mañana divisamos, a unos 200 metros de Los Genoveses, algo extraño que resultó ser un cadáver (por lo que averiguamos tras dar parte a la Guardia Civil) de un inmigrante que no había podido ser rescatado.
Podíamos seguir poniendo ejemplos porque en los muchos años que llevo visitando el Parque Natural nunca había visto tal avalancha huyendo de la muerte hacia la tierra prometida.
La verdad es que resulta llamativo contemplar cómo en las mismas aguas se cruzan unos disfrutando y otros intentando sobrevivir. Esta situación nos hace reflexionar pues es cada vez más grave e insostenible: ha llegado el momento de actuar por parte de los gobiernos de la UE y de los países desarrollados para frenar esta avalancha de seres humanos y, para ello, se tienen que abandonar los discursos y pasar a la acción, es decir, invertir en estos países creando infraestructuras para que sus habitantes puedan ganarse el pan (“enseñarlos a pescar”) y no sientan la extrema necesidad de huir.
Hay que incentivar a las grandes empresas garantizándoles, mediante el control por parte de la ONU de los gobiernos locales, que sus inversiones son seguras evitando cualquier tentación caudillista y no manteniendo a minorías que aplastan al pueblo ni financiando guerras o permitiendo el tráfico de armas. Lo mismo ocurre con las mafias responsables de esta llegada masiva que engañan, extorsionan y explotan a los inmigrantes.
Esto sería la solución: actuar en origen y desmantelar a las mafias. Para ello debe haber un acuerdo sólido y solidario entre todos porque es verdad que África no cabe en Europa y no podemos abandonarlos a su suerte.
Sabemos que no hay voluntad real y por eso bueno sería que los gobernantes europeos vivieran un tiempo en el África subsahariana para pasar de la demagogia a la realidad.
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Pedro Mena Enciso