Recientemente se vienen produciendo noticias sobre decisiones empresariales que se han interpretado por ciertos sectores de la población como graves indicios de desertización comercial del centro de Almería.
Algunas firmas aglutinadas en el Grupo Inditex, así como franquicias de diversas marcas con distinta actividad comercial han anunciado el cierre de sus tiendas en Paseo de Almería y Obispo Orberá, entre otras. El manifestado cierre de los establecimientos no implica la desaparición de estas ofertas en la ciudad, se trata de una migración hacia lugares con mayor concentración, masa crítica o corriente de paso que, por lo general, es una oportunidad de negocio. También se han anunciado traslados de un centro comercial (Mediterráneo) a otro de inminente apertura (Torrecárdenas), generando igualmente algunas dudas sobre la presencia de opciones comerciales que no pueden estar en todos los sitios a la vez.
Estas “alarmas” ya son leyenda urbana en Almería, ciudad refractaria y timorata ante las nuevas ofertas comerciales e innovaciones. Recuerden la batalla que enarboló el comercio local cuando se anunció “la fin del mundo” con la llegada de Pryca. Igualmente, hoy continuamos temiendo la debacle comercial en el centro y, lo peor, exigiendo a los políticos que ayuden, planifiquen… y solucionen el problema. Y, como no hay nada más peligroso que un político con iniciativa en clave de hiperactividad dispersa, ya aparecen iniciativas por toda la geografía como la de la consejero de Economía y Hacienda de Castilla y León, que anuncia el cobro de una cantidad por probarse ropa o zapatos en la tienda, aduciendo que después se la compran por internet. Además, se cita la compra on-line como el mayor de los males para el comercio tradicional, cuando la venta por internet es una opción universal, jamás vetada al comercio tradicional.
Igualmente, es preciso citar las dificultades de mantener comercios en el centro con excesivos alquileres que hacen inviable el margen de beneficios. Trasladar hoy una tienda a un moderno centro comercial se lleva pocas horas en la mudanza: imagen corporativa, cuatro paneles, algunos detalles decorativos y los percheros con la ropa; todo lo demás lo provee el centro comercial. O sea, que cambiar de lugar no implica irreversibilidad debida a grandes gastos de traslado.
Almería está pagando los errores con mayor severidad que otras poblaciones que aprovecharon las oportunidades mientras Almería se debatía –y lo sigue practicando- en las miserias de la confrontación y arbitrariedades sectarias. Veamos algunos ejemplos.
1.-La inveterada oposición del PSOE a la instalación de El Corte Inglés supuso la pérdida de la dinamización del comercio en el centro. Este efecto es conocido en ciudades medianas (Granada, Jaén, Huelva…) donde El Corte Inglés ha relanzado el comercio que languidecía en zonas que se han convertido en concentración comercial, cultural, ocio… en definitiva, vitalidad. Las arbitrariedades del PSOE, con la “ayuda” de la Junta, han frustrado -en el mejor momento- la llegada de El Corte Inglés al lugar que sí quería El Corte Inglés y contaba con las bendiciones del propietario (La Salle), la aprobación del Ayuntamiento y el momento propicio para la inversión.
2.-Internet no es el enemigo del comercio tradicional ni tiene la culpa de que permanezca desmantelado el centro histórico para rehabilitar el Ayuntamiento y la Plaza Vieja, y conste que estos emplazamientos no son la panacea para la revitalización comercial, pero no me nieguen que tener empantanada una obra por más de diez años y en lugar tan emblemático, contribuye a disuadir opciones de oferta y demanda. Los retrasos en las mejoras de infraestructuras para la actividad productiva es una constante para el desarrollo de Almería. Por el contrario, poblaciones que se vieron beneficiadas por eventos emblemáticos y coyunturas de comunicación han mantenido una preeminencia comercial que continúa generando prosperidad.
3.-Las migajas de La Expo 92; retraso de diez años en la A-92; eterna discusión sobre el soterramiento y llegada del AVE; blindaje del puerto y nula solución a la integración con la ciudad; 16 años con la remodelación de la Casa Consistorial y Plaza Vieja; discusión sectaria sobre árboles y Pingurucho; épica del orín y la herrumbre con el Toblerone y Cable Inglés… además de pastueñas y serviles foros, mesas y plataformas que se activan y desactivan con idéntico pudor que el exhibido por sus inspiradores… En fin.
La Junta de Andalucía acredita ser el mayor factor limitante para el desarrollo de Almería. Y no cesan los gestos, desafectos y agravios. El mismo día que Almería se vestía de gala en Madrid como candidata a Ciudad Gastronómica 2019, Susana Díaz presentaba en Isla Mayor (Sevilla) “Andalucía, paisajes con sabor”, campaña institucional que incluye 10 rutas con las excelencias gastronómicas de todas las provincias andaluzas… menos Jaén y, otra vez, Almería.
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