El paseíllo del señor Maíllo

“Alguien podría haberle propuesto al señor Maíllo un tour por las zonas agrícolas de Níjar“

José Fernández
07:00 • 15 feb. 2019

Igual que las violeteras de los cuplés de cuando antes, las cabalgatas demagógicas son alegres precursoras de la primavera electoral que se nos avecina. Y así las cosas, Izquierda Unida, o unidas podemos, o tenemos mareos y mareas, o como sea que se vayan a presentar a los comicios, organizaron días atrás una tournée por El Puche a su coordinador general, Antonio Maíllo, en compañía de una candidata que no quieren que sea portavoza, Amalia Román, algunos cargos más, numerosos periodistas y con la ausencia del portavoz que no quiere ser alcalde, Rafael Esteban.


Durante el paseíllo se interpretaron los grandes éxitos de esta formación en sus giras por los barrios: que si abandono, que si intolerable, que si los pobres vecinos, que si el ayuntamiento es culpable, que si el alcalde sólo se ocupa del centro, etcétera. La playlist completa, vamos. Y no sorprende que el señor Maíllo, hombre templado en la serenidad de la cultura clásica, busque votos de esa manera.


Lo que resulta más curioso es que ningún periodista de los que le acompañaban aprovechase para preguntarle de qué modo había contribuido a transformar la realidad del Puche el paso de IU por la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía entre los años 2013 y 2015. Pero no nos vayamos tan lejos en el tiempo. Del Puche a Níjar hay apenas media hora en coche y alguien podría haberle propuesto al señor Maíllo y a su séquito un tour por las zonas agrícolas de ese término municipal -cuyo urbanismo lo gestiona en la actualidad Izquierda Unida con criterios de humanidad y excelencia progresista- para recorrer juntos los numerosos asentamientos chabolistas en donde malviven muchos inmigrantes. Allí, en Los Nietos, la pasada Navidad fueron noticia los heridos por un incendio causado por un enganche ilegal.



Pero Maíllo estaba a lo que estaba y no era cuestión de importunarle con esas cosas. Maíllo había venido a vender su ramito y había que ponérselo en el ojal. Pues cómprelo usted, señorito.





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