A principios de 2010, el entonces consejero de Turismo y Deportes de la Junta de Andalucía, el socialista Luciano Alonso, presentó en el Salón Mojácar del Gran Hotel el proyecto de una Escuela Pública de Golf que se iba a construir en El Toyo y que permitirá que “muy pronto”, todos pudiésemos aprender a dar bolas. Y eso iba a ser en una nueva instalación que la Junta se había empeñado en construir ¡apenas a unos metros del Campo Municipal de Golf del Ayuntamiento! Las dos únicas realidades que respaldaban el proyecto eran unas imágenes virtuales mostradas en una pantalla y las ganas que tenía el consejero de pasar ya al copetín, al que declinaron su asistencia los representantes municipales, alarmados ante el nivel de inconcreción y grandilocuencia de lo presentado.
“Esto que estáis vendiendo es una milonga de mucho cuidado, y lo sabes perfectamente”, le susurré a un alto cargo de la Delegación de la Junta que asistía a la presentación y que estaba sentado a mi lado. “Tú es que eres muy malo”, me gruñó con disimulo. Siete años después y tras un proceso lleno de retrasos e irregularidades (la Junta pagó el proyecto a pesar de contener más de cien errores técnicos) se consiguió inaugurar finalmente la instalación, que ha llegado a 2019 certificando su carácter deficitario. La broma ha costado tres millones de euros, copetín aparte.
Ayer lunes, el consejero de Educación y Deporte, Javier Imbroda (CS) se convirtió en el primer consejero del ramo en visitar el Ayuntamiento de Almería (algo que explica bien el modo en que la Junta del PSOE ha tratado al Ayuntamiento de la capital) y anunció algo que, quizás por el ánimo de condensación propio del columnismo, podríamos definir como el “nuevo tiempo” de sentido común entre Junta y Ayuntamiento: la Escuela de Golf y el Campo de Golf (separados por unos pocos metros) se unificarán en una misma instalación. Tres millones y nueve años perdidos. La Andalucía imparable que decían.
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