Hay músicos que pasan de puntillas por la vida. Los melómanos los conocemos desde siempre, nos encanta su trabajo pero, quizá por su bajo perfil mediático, casi nunca están presentes al nombrar a nuestros favoritos. Lamentablemente a veces es la muerte la que, de sopetón, nos pone por delante a alguien que desata un torbellino de recuerdos y, paradójicamente, empiezas a echar de menos al que casi no mencionabas hasta el día anterior. Hace un par de semanas falleció Dave Samuels, y sé que muchos pensareis “pues ya lo siento, pero no tengo el gusto”.
A mediados de los 80 mi amigo Paco Clares compró un par de discos en la errónea creencia de que eran de rock. Pertenecían a Spyro Gyra, una banda que practicaba algo llamado smooth jazz y nosotros, para ser sinceros, aún ni teníamos claro que era el jazz en general. Esos dos discos, Catching the sun y Alternating Currents, se transformaron en mis favoritos de esa banda y ya contaban con un elegante e imaginativo vibrafonista llamado Dave Samuels. El vibráfono no es un instrumento extremadamente popular y, en general, se asocia al aprendizaje y la infancia, porque ¿a quién no le regalaron la versión para peques - el xilófono - en su niñez? Junto a su hermana de madera, la marimba, son unos instrumentos fascinantes y extremadamente complejos de dominar y que han tenido su mayor desarrollo precisamente en el jazz. Ahí están grandes como Lionel Hampton, Cal Tjader, Gary Burton o Bobby Hutcherson. Pero a mí me enganchó el sonido cristalino de Samuels. En el 91, cuando los festivales de jazz de Almería eran de verdad internacionales, pude verlo con los Spyro en el Teatro Cervantes. Fuera de la banda matriz su carrera fue fructífera y de calidad, decantándose claramente por lo latino y caribeño, con discos en solitario como el delicioso Del sol, colaboraciones con artistas que van desde Frank Zappa a Pat Metheny y, sobre todo, sus interesantes trabajos con el Caribean Jazz Project, iniciados junto a Paquito D’Rivera.
Tuvo que ser otro enorme músico el que hizo que lo reencontrase de nuevo en un escenario. Ocurrió en el 2012 durante la presentación del Huellas de Jorge Pardo, disco en el que Samuels había colaborado, sumándose como invitado especial en la gira posterior. Acudí a ese concierto algo despistado respecto a los músicos que acompañaban a Jorge y mi alegría fue mayúscula al reencontrarme con ese músico tan prudente como exquisito y en un contexto de flamenco fusión donde jamás hubiese esperado topármelo.
Sirvan estas líneas como homenaje a Dave y a todos los músicos discretos que hacen poco ruido y mucha música.
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