Irse por los cerros de Úbeda

Durante la Reconquista (ya saben, ese período sombrío, nefasto y prefranquista de nuestra historia) se cuenta que la víspera de la toma de la ciudad de Ubeda, un capitán cristiano llamado Alvar Fáñez desapareció del campamento y no regresó a él hasta el día siguiente, cuando ya había pasado la batalla. Como muchos lo habían dado por muerto en combate, el intrépido ausente se excusó diciendo que la noche anterior se había perdido al salir por los cerros que rodean la ciudad. Y aunque luego admitió que su ausencia en la batalla se explicaba en el fragor con el que se pasó el día acometiendo en amoroso lance a una bella morisca, la expresión “salir por los cerros de Úbeda” ha quedado incorporada al español coloquial para explicar el deseo de alguien de irse por las ramas, divagar, salir por la tangente o intentar desviar la atención a otro asunto. Y yo creo que a estas alturas habría que ir pensando en proponer a la candidata socialista a la Alcaldía de Almería como hija adoptiva de la bella localidad jiennense de Úbeda (hay que ver alguna vez en la vida la arquitectura renacentista de Vandelvira) ya que lleva toda la campaña tratando de llevar el debate de los asuntos municipales a los nebulosos cerros de la ideología, los derechos de la mujer, las libertades civiles y una amplia gama de cuestiones que, aunque son muy interesantes, no tienen nada que ver con los problemas y las necesidades cotidianas de los almerienses. 

Cada uno tendrá su opinión, pero me produce una pereza infinita pensar que el Ayuntamiento de Almería pudiera acabar convertido en un escenario de permanentes debates ideológicos que no resuelvan los problemas de la gente. Y del mismo modo que se comprende la preferencia del capitán cristiano por batallar sobre el lecho que hacerlo frente al enemigo exaltado, también se entiende que quien no sea ducho en el debate de las propuestas prefiera tirarse a los gastados tópicos sobre izquierdas y derechas.