Se adelanta la feria

Antonio Felipe Rubio
00:54 • 28 jun. 2019 / actualizado a las 07:00 • 28 jun. 2019

No contábamos con este anticipo. Ya se anunció el adelanto de los festejos taurinos en los primeros días de la Feria de Almería, pero no esperábamos contar con la “atracción” del AVE que, dicho sea de paso, nos va a costar como un concierto de AC/DC. 


Tener la primera experiencia del AVE para provincias atrasadas en esta facilidad de transporte ferroviario nos sale a 84,10 euros por cabeza. Eso sí, hay que subir al tren regional Almería-Sevilla; llegar a Granada; bajar del tren y esperar la salida del AVE Granada-Madrid. A la experiencia de subir al AVE -tal que un moderno cacharrico de feria- se suma el confort y la rapidez: por 84,10 euros llegamos a Madrid con nada menos que ¡tres minutos de adelanto! Claro, siempre hay que contar con la inminente “Tarifa Alcazaba”, una modificación que Renfe pretende incorporar a primero de julio para el enlace Almería-Madrid, que actualmente sale por 47 euros, y que la compañía ferroviaria aún no sabe si pondrá a la venta esta ventajosa oferta entre 25 o 30 euros. Pero no se apresuren a saludar. Esta oferta sólo es válida para el Talgo. Para el AVE de Granada hay que seguir soltando los 84,10 euros anteriormente mencionados.


 Me pregunto qué estamos haciendo mal o qué mosca nos ha cagao para que una de las provincias con mejor PIB y la mejor tasa de reposición a las inversiones realizadas, tenga que soportar la infame espera y las humillantes displicencias de personajes como el ministro Ábalos que, hablando de “desdén”, nos obvia en los cronogramas y compromisos establecidos para la llegada del AVE a Almería o, por lo menos, mencionar una agilización de las obras para acelerar el calendario. Todo lo contrario. Una vez más, a Almería se le olvida, y es la provincia impronunciable para el gobierno del progreso, grandes avances tecnológicos… y bla, bla, bla.



Y vuelvo a preguntarme qué paso, que efectos produjo, qué compromisos se alcanzaron con la Mesa de las Infraestructuras, Mesa del Ferrocarril, clamores varios y populosas romerías. Y la respuesta que me asalta es una: hemos perdido audacia social.


La audacia social alguna vez se puso de manifiesto y obtuvo resultados evidentes con la campaña “Almería sin salidas” y la “Burromarcha”. Sin sindicatos; sin políticos; sin intereses personalistas y sin ambiciones bastardas, un sector de la sociedad civil se puso a trabajar con objetivos que no tenían la componente que ahora nos asuela: la melancolía.



Las cosas que nacen de la sociedad suelen tener respaldo social. Y, si además, se hacen sin el criterio limitante de la caución sectaria, es más probable el éxito. Es decir, no se pueden poner en marcha iniciativas reivindicativas en las que el pasteleo político sea un factor limitante. Una mesa con sindicatos, políticos y aspirantes a la notoriedad siempre estará condenada a mirar hacia los rivales ideológicos para criticar, pero con la mesura que no provoque que también te devuelvan tus propias ineptitudes. 


La audacia se demuestra con inteligencia, y se asegura el éxito con la independencia. Por el contrario, en las decisiones políticas audaces se mira la rentabilidad partidista, y eso, rara vez es un beneficio para el interés general. Miren ejemplos de audacia, contumacia, persistencia y resistencia: Pedro Sánchez o Pablo Iglesias; o lo que es igual, sacar la cabeza a pesar del daño infligido cuando gobiernan o pretenden, a toda costa y como sea, gobernar.



La audacia social que hemos perdido o que quedó latente y frustrada también es la consecuencia del escaso reconocimiento social brindado al esfuerzo realizado. Nadie recuerda ni homenajea a los inspiradores de aquellas campañas exitosas diseñadas con argumentos muy contundentes en marketing y oportunidad que consiguieron remover conciencias, afear conductas de pastueños dirigentes y, por supuesto, granjearse enemistades y odios africanos. Y no voy a ser yo, uno de los implicados, quien pida reconocimientos para los que son y fueron mis amigos en la trinchera de la reivindicación, aunque sí me permitiría recordar que podríamos ser mínimamente agradecidos dedicando una calle a D. José Vallejo Osorno, uno de los máximos responsables de la campaña que consiguió, por lo menos, adelantar las autovías en Almería y eliminar el puente de Rioja, insultante obstáculo que mantuvo limitado el trasporte por carretera de nuestra principal fuente de riqueza.


Mientras tanto, en la persistente inutilidad de la reivindicación sobreactuada y la esperada mirada complaciente de los señoritos de la ideología afecta, seguimos a la espera de aquella audacia perdida que algún día nos ofreció la dignidad de ser oídos y atendidos con voz propia y sincera.


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