Una buena partitura

En estas fechas son múltiples las fiestas en municipios y barrios, en las que no faltan bandas de música contagiando alegría, dando sobriedad a distintos actos, con recorridos callejeros o amenizando veladas en nuestras plazas, lo que contrasta con la utilidad de las primeras manifestaciones de bandas de música en tiempos del sexto rey romano, Servio Tulio (s.VI a.C.), quien instauró las primeras bandas militares.

Pedro Sánchez ha dirigido estos días una banda, si, pero más bien una banda musical con una amplia gama de instrumentos desafinados y chirriantes, con aires de solistas pero sin importarles el conjunto, tambores que ensordecían la coherencia, irresponsables quejosos a viva voz en pleno concierto sin ayudar a mejorar,… Y es que a derecha e izquierda, con tal de coger la batuta, estaban empeñados en tocar una marcha fúnebre por la muerte de la esperanza de quienes anhelan compromiso real por mejorar sus vidas, lapidaron esperanzas de ser un país solidario con los de hoy y con los de mañana, que quiere mirar al futuro y no retrotraerse a épocas en las que se vivía un réquiem perpetuo.

Por más que culpen del pésimo concierto al director  por no convencer a los músicos para contar con cuatro años de éxitos, lo cierto es que, para ello, cada instrumento debía estar afinado conforme al bien común, esa obra maestra que debería resonar a diario en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, pero no fue así. Además, igual que Servio Tulio murió por la traición de su hija para que ocupara el trono su yerno, Tarquino el Soberbio, Sánchez fue arrojado al foso por uno de la familia de la izquierda, bajo el semblante incoherente e irresponsable del resto. Esperemos que en septiembre Sanchez consiga elevar de nuevo la batuta, aparten el resto sus clarines con los que subían la moral de las tropas romanas y disfrutemos de una buena partitura y de las dotes musicales de sus señorías, porque eso fue lo que votamos el 28A y España no puede esperar más.